UN AÑO SIN FELIPE QUISPE HUANCA, EL MALLKU

 

Breve esbozo del Aymara que levantó el orgullo indio en Bolivia

 

Por Roger Adan Chambi Mayta

¿Indio? ¿Campesino? ¿Indígena? Los denominativos que nos han impuesto fueron cambiando conforme sistemas políticos, prejuicios sociales y modas académicas. Siempre el otro poniéndonos apelativos, siempre el otro imaginando fantasmas y virtudes en nuestros pueblos. Para principios del siglo XX, el indio era el “pueblo enfermo”, la razón para que Bolivia no llegara al progreso, la razón para que Bolivia no sea semejante a Francia, a Occidente. A mediados de ese mismo siglo, bajo políticas de mestizaje y a partir del denominativo “campesino”, se trató de encubrir las prácticas, idiomas, culturas y memorias de los pueblos indígenas. La consigna fue: asimilación o perdición. Iniciando el siglo XXI, se posiciona el denominativo “indígena originario”, quien será el depositario de todas las fantasías de una sociedad armónica, de un mundo de complementariedad idílica. Así los aymaras, quechuas, guaranís, ayoreos, guarayos, entre otras tantas naciones que albergan el Estado boliviano, fuimos pasando en la historia oficial a gusto del denominativo ajeno. De ser “pueblo enfermo” transitamos a ser la “reserva moral del mundo”. 

Pero esa es la historia oficial, creada desde los gobiernos de turno, desde las cuatro paredes de los organismos internacionales y de instituciones académicas. A lo largo de la historia republicana y plurinacional, los pueblos indígenas demostraron su capacidad de agenciar y de resignificar símbolos, discursos y denominativos de opresión. Si bien el acto de nombrar otorga poder al que nombra, los pueblos indígenas polítizados adoptaron el denominativo que más daño psicológico creaba en los sujetos racializados para emprender su lucha contra el sistema dominante que pretendía silenciarlos, este denominativo fue el de INDIO. “Si con el nombre de indio nos oprimieron con el nombre de indio nos vamos a liberar” (Quispe, 2011, p. 18), esa fue la apuesta del indianismo, movimiento político indígena, que surge como reacción anticolonial en los inicios de las invasiones europeas y se trasluce, en Bolivia, como proyecto político partidario con el Movimiento Indio Tupak Katari (MITKA) en 1960, con los escritos de Fausto Reinaga desde 1970 y con la práctica política de Felipe Quispe Huanca desde 1986. El indianismo surge como la apuesta política para rebelar al indio, para recordarle la historia de opresión que vivió y vive dentro el Estado republicano, para interpelar las políticas asimilacionistas y apostar por una revolución india.

Y los indios necesitan una verdad de fuego.

Hay que meter el dedo en la llaga de una dignidad herida por cuatro siglos de humillación. Hay que barrenar, con hierro al rojo vivo, su corazón, hasta que partido en dos, eche oleajes de sangre. (Reinaga, 2014, p. 42)

Meter el dedo en la llaga es la metáfora que mejor expresa la ideología indianista y su apuesta por lo indio. Los aymaras, los quechuas, los guaranis, entre otros pueblos indígenas, por la colonialidad, desprecian el denominativo indio, es considerado el peor insulto, pero justamente por eso, el indianismo agarró este término para resignificarlo, para que aquel denominativo que el blanco-mestizo[1] usa para humillar al indígena, ya no sea más un dispositivo que afecte su subjetividad, sino, más al contrario, sea un denominativo que active su lucha anticolonial.

Un gran ejemplo del uso político de la categoría indio lo comprendemos con la práctica de Felipe Quispe Huanca, quien solía emplear este denominativo para afirmarse, siempre aclarando que es una categoría equivocada otorgada por los españoles, solía decir: “nosotros, los mal llamados indios”. Pero sabía la fuerza que implicaba usar este término y el miedo que provocaba en los blanco-mestizos cuando escuchaban al indio afirmándose como indio.

Las líneas que siguen son pequeños repasos de la trayectoria de Felipe Quispe Huanca, llamado también como El Mallku (que traducido del Aymara significa cóndor, pero también es denominativo de la máxima autoridad de una comunidad), a un año después de su muerte. Considero que es importante recordar al líder Aymara que supo unir en su accionar político la teoría indianista de Fausto Reinaga y la acción guerrera de Tupak Katari en un contexto racista y opresivo contra los pueblos indígenas de Bolivia. El lector observará que se emplearán categorías como indígena, indio u originario como sinónimas, cosa no permitida desde el indianismo, puesto que cada uno tiene una implicación política distinta, sin embargo, su uso en el presente texto es más para referirse a los pueblos aymaras, quechuas, guaraníes, y demás naciones que componen el Estado Plurinacional de Bolivia.

Foto gentileza de Wilmer Machaca Leandro


La partida de Felipe Quispe Huanca, El Mallku

La noticia cayó como un balde de agua fría: “Tenemos que lamentar comunicarles que hoy, nuestro líder, nuestro Mallku, a fallecido, hermanos y hermanas”. Ante esa información, los grupos de WhatsApp indianistas y kataristas se llenaron de mensajes de desesperación, angustia, desconfianza y dolor. “¿Será posible? ¡Recién nomás le vimos dar clases de formación en las comunidades!”, “¡Cómo se va a ir nuestro Mallku! ¡No puede ser!”. Ese martes 19 de enero de 2021, la muerte del máximo representante político de los movimientos indígenas de los últimos 30 años de Bolivia, nubló los corazones de la nación Aymara y de los movimientos políticos anticoloniales.

Siendo ya oficial la noticia, los medios de comunicación empezaron a reproducir su imagen aduciendo que la causa de su muerte fue por la Covid-19, información que fue desmentida por el hijo de Felipe Quispe Huanca, Santos Quispe, quien aclaró, entre lágrimas, que su padre había fallecido por un paro cardiaco, ya que tenía antecedentes de poliglobulia[2]. Los portales de los periódicos a nivel nacional no tardaron en enlistar sus logros, hazañas y discursos beligerantes. Personajes de renombre de la política y de la academia nacional e internacional manifestaron sus condolencias, señalando la importancia de la lucha de El Mallku para los pueblos indígenas del continente. Pero el dolor y la impotencia se sintieron en su máxima expresión en los barrios de la ciudad de El Alto y en las pampas y montañas de su natal provincia Omasuyos, donde se escuchaban los bramidos de los pututus y las wiphalas[3], con crespones negros, empezaban a flamear para homenajear y despedir al líder Aymara.  

Al día siguiente, miércoles 20 de enero, se realizó el velorio en la ciudad de El Alto en predios del Salón Felicidad[4]. Miles de personas se dieron cita para despedirse de aquel Aymara que en vida hizo temblar a la clase política blanco-mestiza y levantó el orgullo de las naciones cobrizas. En medio del colorido salón, rodeado de cuatro pilares luminosos y sobre una alfombra roja, se encontraba el ataúd de El Mallku, cubierto por una wiphala, acompañado de flores, velas y hojas de coca. El contexto pandémico alteró la forma tradicional andina de realizar el velorio. Se hizo una larga fila para ingresar al salón y no se podía quedar más de cinco minutos en dicho ambiente, se debía transitar rápidamente porque estaban prohibidas las aglomeraciones y muchas personas querían ingresar al lugar a despedirse y decirle sus últimas palabras. En ese trayecto, entre llanto y música fúnebre, se gritaban los “¡Viva el Mallku! ¡jallalla Felipe Quispe! ¡Gloria el Mallku Felipe Quispe!”

Acostumbrado a ser directo y grafico en sus intervenciones públicas, Felipe Quispe Huanca, en diferentes ocasiones mencionó estar dispuesto a “dar la vida” por la “causa sagrada” de su pueblo, causa que consistía en la liberación del colonialismo boliviano que discriminaba y anulaba las formas, colores y epistemes indígenas. “¿Por qué matan a mis hermanos quechuas, a mis hermanos aymaras? ¿Por qué no me matan a mí? (…) ¡Voy a ch’allar[5] con mi sangre y voy a abonar con mi cuerpo a la pachamama para que mañana nosotros estemos en el poder!”, “Por principio estoy luchando y voy a seguir luchando hasta mi muerte, si es posible debajo de la tierra voy a seguir gritando”[6]. Esas palabras filosas de El Mallku, que expresaban dolor, rebelión y profecía, fueron evocadas por la población para recordar al Aymara que se atrevió a hablar de igual a igual con aquellos que históricamente se sentían superiores a los indígenas. Antes de su muerte, Santos Quispe señaló que su padre había mencionado que “si yo muero alguna vez, van a nacer más Mallkus”.

El jueves 21 de enero, el cuerpo de Felipe Quispe Huanca fue trasladado para su entierro a la comunidad que le vio crecer y donde aprendió a trabajar la tierra, Ajaría, dependiente del municipio de Achacachi, provincia Omasuyos. El traslado tuvo dos paradas antes de llegar al cementerio, la primera en la Universidad Pública de El Alto, universidad donde El Mallku impartía clases en la carrera de Historia, y la segunda en la Plaza Tupak Katari de Achacachi, pueblo beligerante que encabezó, históricamente, diferentes revueltas indígenas. Miles de personas con sus respectivas wiphalas acompañaron el cuerpo hasta que el ataúd ingrese a la fosa creada específicamente para el líder Aymara. Sobre su tumba, rodeada de flores y coronas multicolores, se puso un cuadro a blanco y negro con la imagen de Felipe Quispe Huanca y con las siguientes palabras: MALLKU ¡VUELA ALTO, MUY ALTO! Ya para culminar la ceremonia, en medio de la pampa y la polvareda, se lanzaron las vitoreadas de “¡Jallalla Felipe Quispe! ¡Jallalla Qullasuyo Marka! ¡Jiwpan q’aranaqaxa!”.

Esbozo de su trayectoria

Felipe Quispe Huanca nació un 22 de agosto de 1942 en Ch’ixilaya, perteneciente al cantón Aymara de Ajllata Grande, Achacachi, provincia Omasuyos. Fue el último hijo de una familia de agricultores. A sus once años, ya establecida la reforma agraria[7] y pequeños centros educativos en las comunidades rurales, sintió interés en ingresar a la escuela y aprender el idioma español a pesar de la negativa de sus padres. Tal vez su primera rebelión fue dentro su propia familia, para el niño Felipe no era suficiente haber aprendido las labores agrícolas y de pastoreo, quería dominar aquel idioma que años atrás solo estaba permitido para los patrones y terratenientes. Ante su constante obstinación, sus padres, Gavino Quispe Cayllante y Alejandra Huanca Macias, tuvieron que aceptar que su último hijo ingrese a la escuela más cercana de la comunidad. El futuro Mallku, en sus años escolares, tuvo que recorrer largos caminos para llegar a su unidad educativa y enfrentar los castigos y el racismo de sus propios profesores y compañeros de aula, quienes eran hijos de patrones y hacendados. “¿Ustedes para que vienen acá? Ustedes han nacido para servir al patrón. Ustedes no van a ser doctores ni licenciados. ¡Ustedes son indios!”[8]

Entre 1963 y 1964, Felipe Quispe Huanca cumplió el servicio militar donde experimentó, también, las diferenciaciones sociales a partir de prejuicios étnicos. Los conscriptos con apellidos indígenas como: Mamani, Condorí, Quispe, Apaza, Huanca, entre otros, eran arrinconados a los últimos peldaños de la jerarquía militar, mientras los que contaban con apellidos europeos y la piel clara, ocupaban altos puestos de mando. Fue en ese ambiente donde Felipe Quispe Huanca conoció el nombre de un autor que politizó su vida en los siguientes años, Karl Marx. Un suboficial les había entregado un folleto de propaganda antimarxista, donde mencionaba que Marx era ateo y que no creía en cristo, en el diablo y ni en los seres tutelares indígenas. 

Una vez concluido el servicio militar, Felipe Quispe Huanca se compró el Manifiesto del Partido Comunista para comprobar si lo que se decía en el cuartel era verdad. Al no ver dichas referencias, concluyó que desde los altos mandos militares se pretendía insertar un discurso antimarxista en las tropas indígenas, “dicho militar nos estaba induciendo para que nos convirtamos en unos perros asquerosos anticomunistas y así lamer la mano del ogro gringo imperialista” (Quispe, 2018, p. 22). A partir de esas primeras lecturas y su posterior incorporación en el Ejército de Liberación Nacional (ELN) nace su horizonte de lucha anticapitalista y antiimperialista, lo cual lo llevó en los años de la dictadura de los 70 a viajar a Guatemala y Nicaragua para recibir formación guerrillera.

En 1975 Felipe Quispe Huanca regresa a su comunidad de Ajaría, por ese entonces en la Radio San Gabriel se emitía la radionovela sobre la vida rebelde de los líderes aymaras Tupak Katari y Bartolina Sisa, a partir de ella se invitaba a los radioescuchas a comentar sobre la lucha anticolonial de 1781. Felipe Quispe Huanca participó en uno de esos programas y conoció allí a Jaime Apaza Chuquimia (miembro del partido político indígena Movimiento Indio Tupak Katari, MITKA), quien viendo la capacidad expresiva del futuro Mallku, le invita a seguir conversando sobre la rebelión de Tupak Katari, y, posteriormente, acepta su afiliación al MITKA señalando que antes debería “prestar el juramento de rigor uno de esos días al puro estilo Inka” (Quispe, 1999, p. 12). En ese contexto, los movimientos indianistas ya tenían mayor protagonismo político y los textos de Fausto Reinaga como “La Revolución India”, “La Tesis India” y el “Manifiesto del Partido Indio”, resonaban en los discursos ideológicos y políticos aymaras.

El espíritu combativo y místico de El Mallku se podía observar en cada acción que desarrolló en las organizaciones que encabezó y militó. En 1978, junto a representantes distintivos del MITKA, hizo el “santo juramento”, por la causa sagrada, de rodillas frente al “aguayo negro” y la “piedra blanca”, señalando lo siguiente: "Juro por la sagrada memoria de Tupak Katari y Bartolina Sisa, lucharé hasta vencer y morir". (Quispe, 1999, p. 23). Sin embargo, él sabía que la apuesta política partidaria no era suficiente para lograr la liberación de su pueblo, además había sido testigo de que por esa vía muchos dirigentes indígenas se corrompían fácilmente. Por eso nunca claudicó en conformar brazos armados, solía decir que debajo del poncho llevaba las dos vías para la liberación del oprimido, en un brazo la lucha electoral y en la otra la lucha armada. En 1986 fundó, en la ciudad de Sucre, el Ejército Guerrillero Tupak Katari, EGTK, grupo que no solo estaba conformado por indígenas, sino también por marxistas blanco-mestizos, entre ellos Álvaro García Linera (ex vicepresidente de Bolivia durante el gobierno de Evo Morales), Raúl García Linera (hermano de Álvaro García) y Raquel Gutiérrez (Intelectual marxista mexicana). La creación del EGTK también fue iniciada por un ritual, donde Felipe Quispe Huanca señaló lo siguiente: “Yo Felipe Quispe Huanca firmo con mi sangre hasta la revolución de Ayllus. Revolución o muerte. ¡¡¡venceremos!!!” (Quispe, 2009, p. 28-29).

En 1991 inician las acciones guerrilleras del EGTK, empezando con el colgado de tres gallos en una avenida principal de El Alto y dinamitando torres de energía eléctrica de la misma ciudad. Si bien estas acciones no tuvieron mucho eco en el panorama mediático por el contexto temporal y político, la apuesta del EGTK estaba direccionada más a armar a la población indígena contra el gobierno colonial que a seguir una línea del foquismo guevarista. El 19 de agosto de 1992, Felipe Quispe Huanca fue capturado por la traición de uno de sus compañeros durante el gobierno de Jaime Paz Zamora y es sometido a torturas y privado de libertad por cinco años (1992 - 1997). En una de sus intervenciones más mediatizadas a nivel nacional, Felipe Quispe Huanca respondió a la periodista, blanca-mestiza, Amalia Pando, sobre el uso de bombas para luchar contra las injusticias de la siguiente forma: “No pues, es que a mí no me gusta que mi hija sea su empleada de usted. ¿Cómo puedo protestar? ¿no lo voy a hacer pidiendo limosna?”[9].

En la cárcel, Felipe Quispe Huanca estudió a distancia la carrera de Historia en la Universidad Mayor de San Andrés, así mismo, fue ahí que escribió sus principales textos que darán posteriormente línea a sus acciones y estrategias políticas. Al salir de la cárcel es nombrado Secretario Ejecutivo de la Confederación Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia, CSUTCB. Para ese entonces ya había pasado cuatro años de la muerte de Fausto Reinaga y ya casi nadie hablaba del indianismo y sus categorías políticas. Fue Felipe Quispe Huanca quien retomó el concepto de Reinaga de las “dos bolivias” y la usó para mostrar las injusticias de la Bolivia blanca contra la Bolivia India. Por esa razón, Ramiro Reynaga, hijo de Fausto Reinaga, dedicó su texto “Blokeo 2000” a El Mallku, “por haber sacado de la clandestinidad a Fausto Reynaga, el Amauta (sic)”.

Ya como principal dirigente de la CSUTCB, El Mallku encabezó diferentes bloqueos campesinos en contra de los gobiernos del ex dictador Hugo Banzer Suarez, Gonzalo Sánchez de Lozada y Carlos Mesa Guisbert. En la esfera mediática y política su lenguaje radical creó nuevas terminologías políticas, como “Estado q’ara”, “q’aracracia”, “sociedad comunitaria de ayllus”, “guerra revolucionaria de ayllus”, entre otros (Quispe, 2014, p. 24). Su imagen era la del indio rebelde, el que hablaba de igual a igual con el blanco-mestizo, el que no titubeaba delante de los de traje y corbata. Felipe Quispe Huanca llegaba puntual a las reuniones y asambleas, no le gustaba esperar, la disciplina era su mayor virtud, “nadie es su llukalla[10] para estar esperando media hora, estamos en tiempo de siembra y el tiempo es oro”, señaló ante las cámaras de televisión por la retardación de los representantes del gobierno para entablar una mesa de dialogo.

El Mallku creó su partido político, el Movimiento Indígena Pachakuti, MIP, sigla con la que logró seis diputados en las elecciones de 2002, él mismo fue posicionado como diputado nacional, pero renunció como señal de protesta contra el congreso aduciendo, en una rueda de prensa, que esta instancia:

“Actúa de forma arbitraria y a espaldas del pueblo boliviano 'oprimido', que aprobaron la inmunidad para los militares gringos norteamericanos para la hecatombe contra los pueblos indígenas, con el objetivo de saquear nuestros recursos naturales que nos brinda la Pachamama por simples dádivas"[11]

El escenario más importante que protagonizó Felipe Quispe Huanca fue durante las movilizaciones del año 2003, sobre todo en el llamado octubre negro o guerra del gas, donde a consecuencia de las constantes marchas, bloqueos y enfrentamientos entre movimientos sociales indígenas del país y las fuerzas armadas, el presidente de la república, y mayor representante del neoliberalismo de ese entonces, Gonzalo Sánchez de Lozada, renunció y escapó de Bolivia. Sobre estos hechos, El Mallku escribió su libro “La Caída de Goni: diario de la huelga de hambre” (2013), donde señala la estrategia de lucha de los sectores populares e indígenas y la importancia de la ideología indianista en ese escenario de “guerra comunitaria”. En ese contexto de crisis política, se visibiliza también la figura de Evo Morales Ayma como líder de los cocaleros del trópico de Bolivia.

En las elecciones presidenciales de 2005, Felipe Quispe Huanca participó como candidato a la presidencia con su sigla MIP, el panorama político exigía un gobierno nuevo que esté alejado de los discursos y programas neoliberales. Los escenarios de la guerra del agua (2000) y de la guerra del gas (2003), pusieron como actores principales de la política nacional a los pueblos indígenas. El nuevo gobierno tenía que proceder de esas bases, asumir la agenda proclamada desde los movimientos orgánicos, pero no fue solo El Mallku el único candidato que representaba a los sectores populares e indígenas, sino también Evo Morales Ayma, que con su sigla Movimiento al Socialismo, MAS, estaba ganando popularidad a nivel nacional.  

En esas elecciones, Evo Morales junto a su candidato a la vicepresidencia, Álvaro García Linera, representaban la cara menos radical para el futuro gobierno nacional. Felipe Quispe Huanca, con su discurso beligerante de línea indianista, no logró atraer electores de las regiones fuera de los Andes. Los resultados electorales pusieron a Evo como el ganador para la presidencia, quedando El Mallku con solo el 2,15% de los votos. Tras su derrota electoral, el líder Aymara regresó a su comunidad a dedicarse a las tareas agrarias y a armar cuadros políticos indianistas. Así mismo, fundo el Club Deportivo Pachakuti, bajo la idea de los quispes, mamanis, apazas, entre otros apellidos indígenas, disputen esos escenarios deportivos.

El resurgimiento

Ya con el liderazgo de Evo Morales Ayma posicionado por la literatura y los medios de comunicación como líder indiscutible de los pueblos indígenas de Bolivia y del continente, dirigentes de los movimientos sociales y académicos creían que el papel de Felipe Quispe Huanca, en la historia boliviana, había terminado. Muchos le consideraban un cadáver político. Sin embargo, el desgaste del gobierno del MAS, sus desatinos políticos y los escandalosos casos de corrupción, crearon un ambiente donde los propios sectores indígenas empezaban a realizar la crítica al gobierno de Evo Morales. El 2017, los pobladores de Achacachi se movilizaron contra el alcalde de su municipio por casos de corrupción, el hecho provocó la quema de la casa y del vehículo del alcalde Edgar Ramos, quien era parte del MAS, y como respuesta, los pobladores de Achacachi sufrieron, por grupos afines al alcalde, un saqueo de sus pertenencias. Estos sucesos llevaron a que Achacachi, municipio al que pertenecía Felipe Quispe Huanca y lugar histórico por su papel en las revueltas indígenas aymaras, realicen marchas y bloqueos exigiendo a Evo Morles la renuncia de su alcalde.  

El gobierno central, como solía comprender las movilizaciones en su contra, manifestó que dichas marchas y bloqueos estaban auspiciadas por la derecha boliviana y el imperialismo norteamericano. Así mismo, sostuvieron que era un problema local y que su solución estaba en un referéndum revocatorio. El representante de la junta vecinal de Achacachi Esnor Condorí, fue detenido por la policía después de participar de un programa de televisión, acusado de dañar los bienes del Estado. Esta detención incrementó más las movilizaciones pidiendo su liberación y la atención a sus demandas. Es en este escenario donde los pobladores de Achacachi nombran a Felipe Quispe Huanca como Presidente del Comité de Bloqueo, encargado de realizar las movilizaciones de liberación de los dirigentes detenidos.

Después de 13 años de ausencia en los medios de comunicación encabezando marchas, El Mallku aparecía nuevamente sosteniendo su Wiphala y lanzando críticas al gobierno del MAS: “¿Qué tipo de gobierno tenemos? Yo creo que nos hemos equivocado, pero algún día vamos a tener nuestro propio gobierno”[12], "La gente de Achacachi ya se arrepiente de haber dado voto a su verdugo”[13]. Con la presencia de Felipe Quispe Huanca en los puntos de bloqueo, los representantes del gobierno de Evo Morales no podían argüir más que la derecha estaba encabezando las movilizaciones. Sabían lo que representaba el liderazgo de El Mallku y de lo que pasaría si dejaban crecer las marchas y bloqueos. 

La elección de Felipe Quispe Huanca como Presidente del Comité de Bloqueo fue dado como reconocimiento de la experiencia de El Mallku en las movilizaciones sociales de Bolivia. Los pobladores de Achacachi le otorgaron ese cargo por su disciplina y capacidad de estrategia militar, pero también como acto simbólico de que Felipe Quispe Huanca siempre estuvo al mando de las movilizaciones en favor de los pueblos oprimidos y de lado de las peticiones justas de los sectores populares.

 La última ofensiva

La crisis política que atravesó Bolivia después de los resultados de las elecciones generales de 2019 y tras la renuncia a la presidencia de Evo Morales Ayma, provocó la intensificación de sectores conservadores y fascistas en el escenario político. Ante el vacío de gobierno, se posicionó arbitrariamente a Jeanine Añez como presidenta transitoria de Bolivia. En su juramento como nueva presidenta, agarró la biblia y usó el nombre de dios para traer orden y paz al Estado Plurinacional. Su gabinete fue conformado por representantes de la vieja casta política que, al creer que Evo Morales ya no estaba en el gobierno, pensaron que ya no tenía sentido hablar de pueblos indígenas, por eso quitaron las wiphalas de las instituciones públicas y proclamaron la extinción de la Pachamama frente al dios cristiano. Estas acciones fueron rápidamente cuestionadas por los movimientos indígenas que no dudaron en salir a las calles en defensa de sus símbolos y de los derechos adquiridos por la Nueva Constitución Política del Estado. En ese escenario de tensión, y ante la falta de legitimidad de la llamada presidenta transitoria, la población civil fue víctima de las balas de militares en el barrio de Senkata de la ciudad de El Alto y en Sacaba del departamento de Cochabamba, sectores de población mayoritariamente indígena.

El 2020 llegó la pandemia Covid-19 a Bolivia, El gobierno de Añez usó el motivo sanitario para prorrogar su mandato y retrasar las elecciones, así mismo, usó la pandemia y las medidas restrictivas para tener control militar de sectores contrarios a su gobierno[14]. Ante el prorroguismo de su mandato, casos de corrupción en tiempos de Covid-19 y falta de políticas que dialoguen con las características propias de los pueblos indígenas, los sectores sociales orgánicos salieron a las calles a pedir elecciones generales y la renuncia de Jeanine Añez. En estas movilizaciones, otra vez surge el liderazgo de Felipe Quispe Huanca, ya con canas, pero sin perder la precisión en sus palabras y en sus ideales: “Aquí nos están gobernando los extranjeros, los croatas. Gente racista que nos odia a nosotros, entonces por eso estamos protestando”[15].

En esta coyuntura, Felipe Quispe Huanca fue nombrado por los pueblos indígenas y sectores populares como el Comandante Mayor de Bloqueos. En sus apariciones mediáticas se le veía con la wiphala en mano y pidiendo el retorno de la democracia y llamando a lucha contra la derecha racista. El Mallku en cada visita que hacía en los puntos de bloqueo, daba clases de formación política, recordando las luchas de Tupak Katari y Bartolina Sisa, de Pablo Zarate Willka y otros líderes indígenas que dieron la vida por “la causa sagrada” de la liberación de la opresión. Mientras pasaba eso en Bolivia, desde Argentina, las altas cabezas del MAS planificaban las candidaturas para las elecciones nacionales. 

 Una vez realizada las elecciones generales del 2020, el MAS gana las elecciones con la dupla Luis Arce Catacora y David Choquehuanca Céspedes, Evo Morales retorna a Bolivia y se llama a elecciones subnacionales para gobernadores y alcaldes. Para esas elecciones Felipe Quispe Huanca se postuló a la gobernación de La Paz, por el partido Jallalla La Paz, sigla prestada mientras estructuraba su nuevo partido Adelante Pueblo Unido, APU.  La muerte le llegó en plena campaña política y con un gran respaldo de la población paceña. Su candidatura la remplazó su hijo, Santos Quispe, quien ganó las elecciones a nombre de su padre.

Jamás sabremos cómo hubiera sido una gestión gubernamental a la cabeza de Felipe Quispe Huanca, solo nos queda el legado de aquel líder Aymara que supo enfrentarse a la sociedad colonial sin pelos en la lengua y sin miedo a dar el cuerpo por la liberación de su pueblo.  

A un año de la muerte de Felipe Quispe Huanca, el movimiento indianista aun siente la ausencia de su líder más representativo de los últimos años. Hoy su legado de lucha y rebeldía se posiciona junto a los grandes líderes aymaras como Tupak Katari, Bartolina Sisa y Pablo Zarate Willka. No se podrá entender la historia boliviana de los últimos 30 años sin su figura y espíritu combativo, y no se podrá entender el orgullo de las naciones originarias sin su presencia y radicalidad. Felipe Quispe Huanca dejó una gran responsabilidad y una dura tarea por la autodeterminación de los pueblos indígenas a las nuevas generaciones, toca seguir ese camino por la “causa sagrada” de la liberación de nuestros pueblos.

 ¡Jallalla Felipe Quispe Huanca!

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Referencias bibliográficas

QUISPE, Huanca Felipe (2018) Mi Militancia. Movimiento Indio Tupaj Katari. Ediciones Pachakuti, Qullasuyu.

QUIPE, Huanca Felipe (1999) El indio en Escena. Ediciones Pachakuti, Qullasuyu.

QUISPE, Quispe Ayar (2009) Los Tupakataristas Revolucionarios. Ediciones Pachakuti, Qullasuyu.

QUISPE, Quispe Ayar (2014) Indianismo-Katarismo. Ediciones Pachakuti, Qullasuyu.

REYNAGA, Wankar (2000) BLOKEO 2000. Ediciones Arumanti Chachanaka. La Paz.



[1] Blanco-mestizo es una categoría utilizada para denominar al sector “blanco” no indígena de Bolivia, especialmente para los que componen las elites tradicionales del país.

[3] Los Pututus son instrumentos de guerra realizadas a base de cuerno de toro o conchas. Son usados en la actualidad para actos rituales o para escenarios políticos. Wiphalas son banderas multicuadriculadas de los pueblos andinos.

[4] Algunos actores políticos manifestaron que el velorio se debería realizar en los predios de la Asamblea Legislativa Plurinacional, ya que Felipe Quispe Huanca fue diputado nacional y además sus acciones fueron significativas para el proyecto del Estado Plurinacional. Por otro lado, surgieron voces que señalaban que El Mallku, como luchador y crítico de la Bolivia colonial, hubiera preferido ser velado en la ciudad de El Alto, ciudad Aymara donde vivió, luchó y enseñó. De ahí la decisión de velarlo en el Salón Felicidad, ubicado en la Zona 16 de julio, calle Arturo Valle de la ciudad de El Alto.

[5] Acto ritual andino que implica dar de beber a la Pachamama en señal de agradecimiento.

[7] La Reforma Agraria de 1953 en Bolivia, fue produto de la Revolucion Nacional de 1952.

[8] Entrevista con Ximena Costa, fuente Jichha: https://www.youtube.com/watch?v=q6wmRvqrfUc

[10] Puede ser traducido del Aymara como muchacho. Es usado generalmente en sentido despectivo.

[12] Fuente, entrevista El Deber: https://www.youtube.com/watch?v=anBz39C9xXs

[14] Para más información al respecto revisar: ¿KUNS MANQ’APXA? As experiências e estratégias sociais das populações indígenas Andinas Bolivianas em face da covid-19. Link: https://revistas.marilia.unesp.br/index.php/aurora/article/view/11808

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