Por: Daniel Goldstein
Máscaras para Halloween. New York |
Los ciudadanos
estadounidenses y los medios de comunicación han expresado su sorpresa y su
alarma por el uso fácil de Trump de un lenguaje racista y sexista, su
incitación a la violencia entre sus partidarios y su virulento nacionalismo
fronterizo, todos ellos profundamente en desacuerdo con los valores
democráticos que EE.UU. celebra. Para los observadores de América Latina, el
emergencia de Trump es también una sorpresa, dada la larga historia de las
intervenciones del Coloso del Norte, justificada en nombre de la promoción de
la democracia y la libertad y los derechos humanos en la región. A muchos
bolivianos como Raúl le resulta extraño que alguien que emite una retórica tan
intensamente antidemocrática pueda ser el candidato de un importante partido
político estadounidense.
Raúl es un intelectual
aymara nacido y criado en las ciudades bolivianas de La Paz y El Alto, que
llegó a los Estados Unidos en 2013 para obtener una maestría en Estudios
Latinoamericanos en la Universidad de Nueva York. Regresó a los Estados Unidos
en 2016 para estudiar antropología en la Universidad de Rutgers. Raúl se
familiarizó con la cultura y la política de Estados Unidos durante la
presidencia de Barack Obama, una época en la que aumentó la violencia policial
contra ciudadanos de color y la deportación acelerada de latinos
indocumentados. Participó en las protestas de la “Black Lives Matter” y los
movimientos en defensa de los derechos de los inmigrantes, que él consideró
como respuestas apropiadas a un Estado racista y represivo, y se unió en
diálogo con ciudadanos y no ciudadanos sobre la naturaleza de la libertad
política y los derechos en este país. Movimientos sociales como éstos no son
inusuales en Bolivia, donde la política se juega a menudo en las calles. Antes
de venir a los Estados Unidos, Raúl había vivido la agitación política anterior
a la presidencia de Evo Morales, y asumió que los movimientos sociales y las
organizaciones políticas de base tan comunes en la democracia boliviana eran
una parte normal del sistema político en otros países también.
Donald Trump era
relativamente desconocido en Bolivia antes de su ascenso a la notoriedad en la
campaña de 2016. Al principio, como muchos otros, Raúl estaba desconcertado por
la popularidad de Trump. Como investigador social formado fuera de los Estados
Unidos, dice Raúl, se interesó en cómo las ideas despectivas, sexistas y
racistas expresadas en la campaña de Trump podrían encontrar un apoyo tan
amplio en los Estados Unidos. ¿No era este el país de “Black Lives Matter”?
Raúl habló con mucha gente, primero en Bolivia y luego en los Estados Unidos,
para tratar de entender cómo alguien así podría ser tan popular.
Lo que aprendió fue
desalentador, si no completamente inesperado. “Contrario a lo que se nos ha
dicho en la periferia”, dice Raúl, “la bien anunciada idea de la democracia
estadounidense como vía de progreso para los países periféricos” es lo opuesto
a lo que representa la campaña de Trump. A diferencia de las organizaciones de
base progresistas que llevaron a Evo Morales al poder en Bolivia y en las que
Raúl participó, en los Estados Unidos, el movimiento de Trump es profundamente
conservador y racista, cuyas profundidades Raúl no había entendido previamente.
Aunque una forma de protesta pública y movilización popular, los objetivos del
movimiento de Trump no son liberatorios, sino exclusivos, promoviendo el odio
en lugar de la libertad, la violencia en vez de la justicia y la igualdad.
Desde el punto de vista de un latinoamericanista, la retórica de la
campaña--particularmente su nacionalismo racista y su
primero-los-Estados-Unidismo--se ajusta a las ideologías que durante siglos han
sustentado el imperialismo y el intervencionismo estadounidenses en América
Latina. Raúl es listo para quedar sorprendido por este hallazgo, de la manera
que parece haber sorprendido a varios americanos ingenuos. Pero aún así, se
sintió decepcionado al ver que el santificado “American Way” era en la práctica
tan diferente de los modos en que la democracia ha sido promovida por los
Estados Unidos, en Bolivia y en todo el mundo.
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