Por: Raúl Prada Alcoreza
Una muletilla es una palabra,
puede llegar a ser incluso una frase, que se repite mucho por hábito; en
ocasiones llegando al extremo de no poder decir frase alguna sin ella.
Etimológicamente, el nombre de la palabra muletilla
deriva de muleta; es algo que
sirve como soporte; en el caso lingüístico, como soporte de un discurso.
Generalmente se da cuando no se tiene qué decir, hay como un olvido, una afasia
circunstancial, un lapsus. También las muletillas
sirven como señal de identificación recíproca entre los hablantes. La muletilla es soporte en un discurso;
en tal caso, se define como una frase, palabra o voz que se repite mucho
consecutivamente o por hábito. La muletilla
no está dirigida específicamente al oyente, no tiene contenido informativo
directo; el oyente percibe que el interlocutor no tiene claro lo que quiere
decir, que necesita apoyarse en frases o palabras sin sentido para poder continuar hablando; la muletilla expresa un tic verbal en la
conversación.
Foto: Nuevo Express Bolivia |
Retomando estas anotaciones, vamos a proponer una muletilla política, la muletilla de la conspiración. Esta muletilla aparece cuando el gobierno
está en crisis. Como no reconoce la crisis, tampoco la asume, menos
reflexiona sobre ella y la analiza, para encararla, prefiere indilgar lo que
ocurre, los síntomas de la crisis, a fuerzas exteriores o también fuerzas
interiores, que se alían, en la conspiración
contra el gobierno. Por eso marcha mal la economía, la política, la
administración; por esta intervención oscuro u opaca, clandestina o
semi-clandestina. No se debe ni al mal
gobierno, ni a la mala administración, tampoco a los errores y desatinos,
mucho menos, a la corrupción, pues ésta
es apenas una proporción pequeña de lo que ocurría en anteriores gobierno.
La muletilla de la
conspiración se ha convertido en un hábito
en el gobierno; la emiten los ministros encargados de gobierno, de la
presidencia, hasta puede ser compartida por todo el gabinete; es más, pueden
llegar a usarla los “representantes del pueblo”, afines al gobierno; incluso
puede llegar a formar parte de los discursos y declaraciones del partido. Hasta
el mismo presidente y el mismo vicepresidente pueden convertirse en los voceros que emiten como hábito esta muletilla de la conspiración.
Es el recurso a mano ante contingencia de emergencia, como cuando el gobierno enfrenta movilizaciones sociales anti-sistémicas, indígenas,
campesinas o urbanas. Detrás de las mismas, que cuestionan e interpelan al
gobierno, no puede haber sino conspiración.
Un “gobierno del pueblo”, de los “movimientos sociales”, dedicado a gobernar
para el pueblo, sacrificado por los pobres,
no podría estar en estas situaciones, acusado, señalado, denunciado e
interpelado por el mismo pueblo; la explicación
gubernamental no tiene dudas: es la conspiración;
sobre todo, la más amenazante, la más peligrosa foránea, conspiración del “imperialismo”.
Con esta imagen
que deja la muletilla, el gobierno,
por analogías figurativas y metafóricas, se parece a San Jorge peleando contra
el dragón del mal, en este caso,
contra el monstruo de mil cabezas. Empero, como toda muletilla, no es más que un soporte,
una ayuda cuando no se sabe que decir, un recurso usado, que no transmite sentido, sino que ayuda a ganar tiempo.
Si la conspiración es ese monstruo de mil cabezas, entonces
estaríamos ante un control foráneo de tal magnitud que controla todas las
variables y todos los factores intervinientes en las dinámicas sociales,
políticas y económicas. Estaríamos ante una magnifica maquinaria que juega con nosotros, nuestras instituciones, como si
fuesen fichas. Este argumento de la conspiración la convierte, a la
conspiración, en omnipresente y todopoderosa. En consecuencia, las ciencias
sociales tendrían que cambiar sus corpus
teóricos, pues estarían equivocadas al observar y explicar los fenómenos
sociales, los fenómenos políticos, los fenómenos económicos, por causas y
efectos objetivos, por determinismos, por estructuras y regularidades, por
procesos desatados.
La muletilla de la
conspiración no es una teoría,
aunque forme parte de las irradiaciones de la teoría de la conspiración; tampoco es una tesis de la conspiración, que sería un desgajo o una nueva
hipótesis de la teoría de la conspiración.
Como dijimos, es un soporte político
en momentos de crisis política, de crisis gubernamental. Hay que atender a
la muletilla como síntoma de la afasia política, como lapsus
del inconsciente gubernamental, inconsciente
que perturba el discurso político,
que le abre fisuras y muestra sus sinsentidos. De la misma manera o análoga que el psicoanálisis
interpreta los lapsus en el leguaje, en el habla, se puede interpretar estos lapsus
políticos, estos hábitos
recurrentes a muletillas; en este
caso, de la muletilla de la conspiración.
A modo de aproximación a la interpretación de esta muletilla
de la conspiración, lo primero que se constata es que es excesivamente reiterativa, hasta llegarla a desgastar, dejando de ser incluso soporte, muleta para sostener a la paralitica
política de gobierno. Lo segundo que se constata es que casi son los mismos
“conspiradores” de siempre, el “imperialismo” y la “derecha”, se incluyen a los
dirigentes sociales cómplices, involucrados en las movilizaciones o a
confundidos, que terminan coadyuvando a los planes desestabilizadores de la “derecha”
y el “imperialismo”. A veces, los voceros
se ven en figurillas cuando tienen que explicar el asedio de movilizaciones sociales anti-sistémicas
donde reaparecen los movimientos sociales
que abrieron el proceso de cambio; en ese caso, recurren a una
semi-confesión. El vocero dice que lo que llama la atención es la mezcla amorfa de los involucrados en la “conspiración”. Esto de amorfa es la confesión de que no se puede explicar, desde la muletilla de la conspiración, la alianza
entre el pueblo rebelde de Achacachi, las naciones y pueblos indígenas de la
Amazonia, concretamente las comunidades en resistencia del TIPNIS, maestros, centrales
departamentales, productores de coca de La Paz, gremiales, juntas vecinales de El Alto, cívicos y otros
sectores que consideran que el Gobierno no atendió sus demandas sectoriales.
Lo que queda claro es que la muletilla
de la conspiración ya no sirve ni siquiera como muletilla. La muletilla
se ha roto, ya no sirve como soporte,
es inservible. ¿Qué significa esto respecto al gobierno que la usa
recurrentemente y de una manera desesperada? ¿Significa que el “gobierno
progresista”, que se quedó con inservibles muletillas,
que fue desenmascarado por los movimientos sociales anti-sistémicos,
que fue puesto en evidencia en su
expansiva corrosión institucional y galopante corrupción, que fue puesto en evidencia por su continuidad en el
modelo extractivista colonial del capitalismo dependiente, por lo tanto, en su complicidad con la hiper-burguesía de la energía fósil, que domina el mundo, al quedar
desnudado, ha llegado a su momento de
clausura?
El pueblo de Achacachi y la representación orgánica y legítima del TIPNIS
han firmado un pacto en defensa de la
democracia, en defensa de las naciones y pueblos indígenas, en defensa de
la vida. Ahora, con la llegada a La Paz
y la concentración y apoyo de distintas organizaciones que han estado
resistiendo a las políticas extractivistas, neocoloniales y despóticas del
gobierno, se firmara un pacto de alcance nacional. Ante este acontecimiento, el pueblo boliviano, las
ciudadanas y los ciudadanos, los sectores populares, lo nacional-popular
urbano, tienen la responsabilidad de
apoyar a los guerreros y guerreras de Achacachi y a los guerreros y guerreras
amazónicas. Ha llegado el momento de las decisiones; o se mantiene el conformismo, a pesar del desencanto, se
mantiene el pesimismo a pesar del
desmoronamiento del régimen de la
demagogia, o, en cambio, se pone el cuerpo,
la pasión, el coraje, para defender la vida,
la democracia, a Achacachi y al
TIPNIS. Dando apertura a la alternativa alterativa de la potencia social.
¡Todos somos achacacheños! ¡Todos somos TIPNIS!
¡La lucha continúa!
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