MACHAQ MARA – AÑO NUEVO ANDINO


Por Froilan Laime Ajacopa

En la historia reciente del willka kuti suele mencionarse que la celebración empezó con un viaje de Germán Choque en 1979 a Tiahuanaco donde, se dice, los vecinos desconocían el Inti Raymi y lo rechazaron; pero que lo conmemoraron en 1981. Lo cual no es del todo cierto. Se sabe bien que el recibimiento del Tata Inti se practicaba mucho antes que la iniciativa de los jóvenes indianistas.

Se tiene testimonio, por ejemplo, que en Qhunqhu Wankani (Jesús de Machaqa) era tradición esta celebración en la gestión de 1972 (cuando se pasaba ‘cabeza’ 3 años seguidos). Las comunidades de ambas parcialidades se concentraban como a las 3 de la mañana en Liki Liki, marchando se bajaba al sitio arqueológico, se llevaba “mesas”, se ofrecía waxt’a y se ch’allaba. No se presentaba la danza de qina qina ni había aún la elección del Cabildo; pero la machaq mara <año nuevo> se celebraba levantando las manos para inti katuqaña <recibir el sol>. Asistían principalmente los mallku y las cabezas, y no tanto los comunarios.

Pero, aparte de la renovación de las energías (personal y comunal) en el cambio de ciclo anual, ¿qué significados están presentes en esta celebración?

Es machaq mara <año nuevo>. Mara es el año de 13 meses lunares, que abarca las estaciones y otras épocas. Machaqa es lo flamante, nuevo, reciente.

Es Willka kuti <vuelta del Sol>. Se cuenta que por esos días (hasta San Juan) el Tata Inti quiere bajar a la tierra a festejar su día, “San Juan uruxar maqañathwa” <tengo que bajar a mi día> diciendo camina y se acerca. Pero otro Achachila le avisa que “pasxiwa” <ya ha pasado (tu día)> —otros dicen que San Pedro le amarra al Sol para que no baje—; entonces, triste, se vuelve y se aleja (comunicación con Narcisa Ajacopa).

En esos días festivos otros Achachilas —vestidos, luego, de Santos católicos— juegan también. El carnaval Achila le había empujado al San Juan Tata y “umar liwinti” <le hace caer al agua>. Por eso las personas también en San Juan se encuentran yurus wayt’ata <agarrado de cántaro>, con jan Intin uñjata umampi <con agua no-visto por el Sol> se echan, warasiña <derramarse>, pues hay que jarirasiña <lavarse>, bañarse (comunicación con Máximo Laime). En la noche de San Juan se armaban pequeños círculos con las bostas (dedicados a la casa, los ganados…) y cada círculo se observaba cómo se quemaba.

Estos encuentros celebratorios entre los Achachilas —del tiempo sagrado— y entre sus criados los humanos, del Inti y su lupi <luz y calor del Sol> —irradiación que se recibe con las manos—, y el bañarse con el agua del amanecer (no visto por el Sol), también ocurre con los uywa <criados animales>, pues hay que qhallaña <esparcir agua> a las llamas, vacas, ovejas.

El Willka <Sol>, proviene de ‘diseminar, esparcir’, que es la irradiación de los rayos del Sol (Martha Gonzales). El kuti <regreso>, es el momento que retorna —ya es conocido también que pacha kuti <vuelta del mundo> se da de muchas maneras: kutxataña <regresar sobre lo venido>, kutjaña <doblar (a otro lado)>, kutitataña <recuperar>, kuttaña <tornar arriba o empezar>, kutsuña <terminar de volver>, kutkataña <contestar>, kutt’aña <apegarse al regreso>, kutiyaña <devolver>, kutiniña <volver (después de haber ido)>, kutikipstaña <volver el rodeo>, etc.

También es mara t’aqa <partición del año>, pues es el día en que se divide el ciclo anual y lo transcurrido ya será maymara <un año (pasado)>, y se arranca, inicia el siguiente, el nuevo.

Si partimos de wiñaya <eternidad> —voz puquina que se ha mantenido en aymara y en quechua— entendemos que el tiempo no es una sucesión de momentos que avanza, sino una presencia constante, la simultaneidad de todos los tiempos. La raíz es wiña <coetáneo>, que no es precisamente la edad comparable (o mita) de alguien —también en quechua mita es <edad contemporánea>—, sino que expresa que existe a la misma vez o que conviven en la misma época —mitta en kallawaya es <tiempo, época> y en quechua mit’a es <turno>.





 

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