Por Illapa Kallisaya Pariwana
Los españoles a
fines del siglo XVIII habían logrado derrotar en la guerra contra Katari y Sisa
de 1780 – 1782 a los Qollas del Tawantinsuyu, pero en ese esfuerzo, salieron
maltrechos, debilitados militarmente e institucionalmente. Ya a principios del
siglo XIX, en el contexto internacional iban afianzándose con más solvencia las
potencias de Inglaterra y Francia. Este último, invadió España en 1808 y
Napoleón Bonaparte impuso a José Bonaparte, su hermano, como nuevo monarca en
reemplazo de Fernando VII, hecho prisionero y llevado a Bayona Francia. Esa
noticia se difundió en Abya Yala causando una gran consternación entre los
criollos quienes se movilizaron, no para buscar la independencia y la libertad
de las colonias de España como enseña la historia oficial, sino para organizar
juntas que repudiaron la invasión a su “madre patria”, y salvaguardar las
colonias hasta que “su amadísimo rey” sea liberado y retome el control
colonial. En el fondo eso fueron los movimientos de Charcas del 25 de mayo y
del 16 de julio de 1809 y no como intentaron embaucarnos como “gritos” y
“gestas libertarias”. Ni los criollos de Chuquisaca, ni los de La Paz
estuvieron pensando en independizarse del dominio colonial español, su
militancia posterior en republiquetas a favor de una independencia será
producto de los acontecimientos dados en España como los debates de las Cortes
de Cádiz, la elaboración de una Constitución liberal en ese evento por
influencia de la revolución francesa y el papel militante de las naciones
indias que aprovecharon este acontecimiento para retomar el proyecto de Katari
y Sisa de hace treinta años.
PEDRO DOMINGO MURILLO SIN CARETA
En los
acontecimientos del 16 de julio de 1809 aparece Pedro Domingo Murillo y Salazar
como “protomártir” de la independencia. Sus hagiógrafos y panegíricos no nos
dicen que P.D. Murillo anteriormente había jugado un papel destacado durante la
guerra de Katari – Sisa a favor del ejercito realista matando indios. Esto se
sabe a partir de la publicación del artículo escrito por el historiador Inka
Waskar Chukiwanka en la Revista “La Voz del Cóndor” N° 5 (2001), titulado:
“Pedro Domingo Murillo: Asesino de Tupaj Katari”. Ese artículo se basa en “una
serie de recopilaciones fidedignas titulado ‘Documentos para la Revolución de
1809’ Vol. II de 751 páginas editados en 1954 en La Paz por la Biblioteca
Paceña y recopilados por Carlos Ponce Sanjinés y Raúl García”. Ahí está las
declaraciones de distintos militares y del propio Murillo que confirman su
servicio como vasallo al rey, destacando su eficiente papel militar con
jerarquía elevada, encargado de las tareas más osadas y peligrosas como el
levantamiento del cerco a La Paz, la matanza de indios en distintos espacios de
enfrentamiento, la captura de los coroneles más importantes del ejercito Qolla,
el papel de cancerbero en Peñas y al decir de Chukiwanka, fue uno de los que
montó un caballo para descuartizar a Tupaj Katari. Por tales servicios a la
corona las autoridades españoleas le gratificaron con 50 pesos mensuales.
¿Cambió su espíritu anti indio en 1809? Para nada puesto que, como se dijo arriba las juntas solo buscaban resguardar el interés de España y del rey Fernando VII. Y lo que se conoce como Proclama de la Junta Tuitiva, documento radical y revolucionario atribuido a Murillo y otros criollos, se sabe que ellos no son autores del mismo. Como bien aclara el investigador Javier Mendoza en su trabajo “La Mesa Coja”, el origen de ese documento es anónimo, posiblemente haya venido de Sucre, pero no fue la Junta Tuitiva la que elaboró ese documento. Circuló en La Paz de manera anónima y se publica en un periódico en 1840, al pie del mismo aparece con la fecha de 27 de julio de 1809; recién en 1854 esa Proclama se le atribuye a la Junta Tuitiva publicándose sin nombres y firmas; en 1896 aparece nuevamente con fecha, nombres, firmas. La fecha sufre también dos variaciones, primero sus falsificadores creyendo que la Junta Tuitiva se reunió el 16 de julio le pusieron la fecha del 16 de julio, luego dándose cuenta de que la Junta Tuitiva recién se había reunido el 24 de julio lo pusieron la fecha de 27 de julio. De igual maneras podemos decir de los nombres y firmas; el documento original anónimo no tiene nombres, luego sus falsificadores le añadieron los mismos tomando de la obra de teatro “Los Lanza” de Félix Reyes Ortiz de 1859 y las firmas se tomó de distintos documentos. Además, es el único documento que tiene esa radicalidad puesto que las que le anteceden y preceden continúan con ese espíritu hispanista de amor a la madre patria España y añoranza por su “suspirado rey”. Es cierto que entre estos criollos algunos entrevieron posibilidades de luchar para emanciparse de su madre patria, como José Antonio Medina y Manuel Victorio García Lanza, pero Murillo más bien era moderado, además traidor a su propia casta criolla, puesto que se le descubrió de haber enviado una misiva al militar realista José Manuel Goyeneche poniendo a su disposición toda la fuerza de la ciudad de La Paz el cual estaba en sus manos por orden del Ilustre Ayuntamiento. Esa nota fue interceptada en Tiwanaku por el criollo revolucionario Pedro Rodríguez, y dado a conocer a los criollos movilizados, puesto que había la sospecha de que Goyeneche no representaba intereses de España sino de Carlota, hermana mayor de Fernando VII y reina regente de Portugal. El 12 de octubre de 1809 Murillo es tomado preso y encerrado en un calabozo con platinas en los pies por traidor.
La llamada
guerra de la independencia encontró a las naciones milenarias recuperándose de
su derrota de 1780 – 1782. Por eso los españoles, que se enfrentaron a sus
díscolos hijos criollos, que paulatinamente veían la posibilidad de emanciparse
de su madre España, llevaron a la conflagración bélica a “sus indios” y de
igual manera los criollos, también terratenientes, para lograr sus objetivos emancipativos,
también llevaron a “sus indios”. Pero muchos pueblos decidieron participar
conscientemente ya sea en un bando u otro con la perspectiva de mantener la
posesión de su territorio y el manejo autodeterminativo del poder local. Pero
hubieron, otros líderes indios que decidieron retomar el proyecto inconcluso de
Katari y Sisa de restauración del Tawantinsuyu y Qollasuyu, con sus proyecto
autodeterminativo Qama como Manuel Victoriano Aguilario Titichoqa en
Oruro, Juan Manuel Cáceres en La Paz, Andrés Jiménez de León y Mancocápac de
Chuquisaca, la republiqueta de Ayopaya antes de que su dirección sea tomada por
José Miguel Lanza, los indios que cercaron La Paz en 1811 a la cabeza de
Vicente Choque, Julián Sullcalla, Manuel Colquehuanca y otros. Las naciones
indias tenían en mente mantener latente su propio proyecto en cual no lo
encarnaba el criollaje que a partir de 1825 creo su república.
CONCLUSIONES
Quien controla
el presente controla también el pasado, nuestros pueblos han estado obligados a
loar a héroes de las castas dominantes que fueron nuestros verdugos y a
celebrar fiestas cívicas que encubren la esencia colonial de su contenido. Y
esto no ocurre solamente con el 16 de julio o con personajes como Pedro Domingo
Murillos sino con la mayoría de las fiestas cívicas y héroes de la republica
colonial boliviana. Si realmente queremos avanzar hacia un proceso de
descolonización, tenemos que ir desnudando estos amaños históricos donde el
indio queda relegado a un papel pasivo, intrascendente y un obstáculo para la
construcción de una “sociedad moderna”; en realidad el proyecto de las naciones
indias es el de construir una comunidad de hombres y mujeres libres. Por eso
cuando hoy vemos a niños indígenas gritando ¡Gloria a Murillo!, es como si un
judío hoy gritara ¡Gloria a Hitler!... Al menos eso pienso leyendo y
reflexionando la historia descolonial.
Julio, 2024.
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