Por: Carlos
Macusaya
Tras la “revolución
nacional” (1952), el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) llevó
adelante un proyecto de modernización estatal, el cual giraba en torno a la
centralidad del Estado en la economía. Se impulsó la formación de una burguesía
por medio del aparato estatal a la vez de intentar crear una identidad nacional
basada en el “ser mestizo”. La ampliación de la ciudadanía fue parte de este
proceso y estaba ligado a la Reforma Agraria (1953), mediante la cual se daba
“carta de ciudadanía” a los “indios” pero como “campesinos”. Ello también
implicó la sindicalización masiva de los “nuevos ciudadanos” como fuerza
movilizable para que el MNR pueda sostenerse en el poder y enfrentar a sus
rivales, lo que en los años 60 y 70 terminó siendo la base del “Pacto
Militar-campesino”.
Carlos Macusaya Cruz |
La limitada
capacidad del Estado para organizar la vida social y de absorber la mano de
obra que migraba del campo a las ciudades (dando cuerpo a los sectores
“informales”) estaba consustanciado con los procesos de diferenciaciones
racializadas. Los “signos raciales” como el origen social, el color de piel, el
apellido, etc., se tomaron como indicadores del rol y estatus de quienes
portaban dichos signos. Este fenómeno se mimetizaba con el discurso estatal
sobre el “mestizaje”. El “indio” en el ideario nacional “mestizo” tenía su
lugar, un grandioso pasado precolonial, pero en el presente se trataba de un
ser que debía desaparecer haciéndose mestizo para superar su condición de “atraso”
e “inferioridad” (popularmente esta idea quedo como “mejorar la raza”).
Se supuso una
unidad sanguínea (“sangre de mestizos” es expresivo de esto) que habría surgido
de entre los colonizados y los colonizadores. Pero en el fondo esta
reivindicación de las “sangres mescladas” fue como hoy la negación tacita de
quienes pasaron a ser “campesinos” (fundamentalmente aymaras y quechuas), pues
lo mestizo entre las capas dominantes blancoides era una afirmación de su
distancia o “no relación” con los “indios”, como diciendo: “mis abuelos ya hicieron
el terrible sacrificio de mezclarse con los indos por lo tanto yo ya no tengo
por qué hacerlo”. El mestizaje fue (y es) una reivindicación de un hecho
siempre ubicado en el pasado pero que no podía ni debía repetirse en el
presente. Así, el proyecto nacionalista del MNR y de quienes le siguieron fue
hacer una “nación mestiza” sin mezclarse con los “indios”. Si en países como
Argentina mestizo remite a la cercanía con los “indios”, en Bolivia será lo
inverso, se referirá a la cercanía con los “blancos” y a la vez la mayor
distancia posible con los “indios”. Por eso decirse mestizo en este país tiene
un sentido de superioridad.
En general, el
proyecto nacionalista al no resolver las “contradicciones coloniales” dio pie a
que entre jóvenes migrantes andinos (en especial aymaras) que vivían como las
diferenciaciones racializadas marcaban sus vidas en el ámbito laboral, sindical,
político, estudiantil, etc., se diera la formación de dos corrientes
político-ideológicas: el indianismo y el katarismo; las que desde sus
perspectivas apuntaron sus críticas a las relaciones racializadas, al carácter
colonial del Estado, a la relación Nación-Estado. En estas corrientes se puede
identificar tres periodos en la segunda mitad del siglo XX[1],
los cuales son: I. Periodo inicial-formativo (1960-1971), II. Periodo de
bifurcación (1973-1980) y III. Periodo de decadencia (1982-1997).
- Periodo
inicial-formativo (1960-1971)
El indianismo surge
en La Paz, en noviembre de 1960, con la fundación del Partido Agrario Nacional
(PAN), a menos de una década de la “revolución nacional” (abril de 1952) y a
pocos años de la “República Aymara de Laureano Machaca”. Sus impulsores fueron
José Ticona, Raymundo Tambo, Juan Rosendo Condori y Constantino Lima, entre
otros. Posteriormente, en 1962 se funda el Partido Indio de Aymaras y Keswas
(PIAK) que en 1966 toma el nombre de Partido Indio de Bolivia (PIB) y en cuya
directiva se encuentran Raymundo Tambo y Rosendo Condori, dos fundadores del
PAN. A finales de los años 60, en la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA),
Raymundo Tambo, Rosendo Condori y Constantino Lima forman el Movimiento
Universitario Julián Apaza (MUJA), cuyo primer directivo fue Quintín Apaza. En
1969 se forma el Centro de Promoción y Coordinación Campesina MINK’A, la que en
la década del 70 jugará un papel de suma importancia.
De este primer periodo se tienen pocas referencias
pero lo que sobresale es la inestabilidad de las primeras organizaciones y la
relación conflictiva y tensa que Fausto Reinaga tenía con los fundadores del
PAN. También es de destacar que en este periodo se van formando las bases
discursivas respecto al “indio”, entendido como sujeto político, y su
confrontación con los “otros”, los q’aras. Se proyectan las primeras organizaciones
políticas “indias”, como también se incursiona en la vida universitaria y
sindical. Se hacen los primeros homenajes a Tupaj Katari, introduciéndose el
nombre de este personaje en el lenguaje sindical campesino, en lo que Raymundo
Tambo tuvo un papel de suma importancia. A finales de los 60 Constantino Lima,
inspirado en un libro peruano, confeccionó una wiphala que fue el antecedente
de muchas otras posteriores y de la que estandarizo German Choque Condori
(“Inka Waskar Chukiwanka”), hoy oficializada. Puede decirse que en este periodo
los indianistas “alargan la memoria” en función de dar sentido histórico a la
reproducción del orden social racializado que vivían; pero además, y esto es de
suma importancia, se pone ya en claro, aunque de manera rudimentaria, el
trabajo por convertir la mayoría social “india” en mayoría política para
gobernar el país.
Con todo, este
periodo dará lugar a dos expresiones fundamentales y que tendrán gran
significación en adelante: 1) la publicación de La Revolución India de Fausto Reinaga en 1970 y 2) la participación
indianista en el VI Congreso Nacional de la Confederación Nacional de
Trabajadores Campesinos de Bolivia (CNTCB), el 2 de agosto de 1971 en Potosí.
1) La Revolución India es la mayor
contribución de Fausto Reinaga al indianismo[2].
Este libro responde no solo a las inquietudes y vivencias individuales del
autor, sino a un periodo histórico en el que el indianismo emerge y que permite
que dicha obra alcance y brinde a la vez un nivel básico de clarificación ideológica.
Pero además, las influencias que signan las ideas que Reinaga plasma en este
libro son de suma importancia para entender los planteamientos indianistas
surgidos en este periodo, influencias
como el nacionalismo revolucionario o el indigenismo, así como las
críticas de Marx a la religión o las reflexiones de Lenin sobre la relación
entre espontaneidad y conciencia. Una de las influencias que logró abrir las
perspectivas en las ideas indianistas que Reinaga expresa en La Revolución India, vinculando sus
observaciones a los problemas y luchas de otras poblaciones racializadas, fue
la de los pensadores negros como Stokely Carmichael y Frantz Fanon, lo que se
plasmó en la formulación de Poder Indio (inspirado en el Poder Negro) y en
buena parte de la crítica antioccidental de Reinaga[3].
Si bien el libro en
cuestión contiene vacíos, ambigüedades y contradicciones, no hay que perder de
vista que Reinaga forjó un “arma de lucha” ideológica y no un trabajo
académico. Pero además de las observaciones críticas, son destacables los
aspectos que logran dar cierta coherencia a la obra: a) Su modelo de análisis,
“dos Bolivias” o sociedades yuxtapuestas, b) las ideas sobre el “indio” como
sujeto racializado, c) la formación de un partido “indio” como “imperativo histórico”,
d) la formulación de una “contra-historia” indianista, la “Epopeya India” y f)
la ubicación de la Revolución India
como fenómeno que a nivel global debía ser una “Revolución del Tercer Mundo”.
2) El VI Congreso
Nacional de la CNTCB tiene una serie de antecedentes que dieron lugar a que el
indianista Raymundo Tambo lo dirigiera, pero además en tal evento se aprobó el
documento redactado por Reinaga y Jenaro Flores fue electo como ejecutivo. A
mediados de los años 60 Tambo había ingresado en la actividad sindical con una
postura que apuntaba a romper con el “Pacto Militar-campesino”. Fue en 1970 que
Raymundo Tambo y Jenaro Flores se enfrentaron en un congreso en Patacamaya.
Flores estaba vinculado al “Pacto Militar Campesino” mientras Tambo combatía dicho
“pacto”. Sin embrago, por la mediación de Teodomiro Rengel, estos dos
personajes empezaran a trabar juntos llegando a incidir de modo determinante en
el VI Congreso Nacional de la CNTCB en 1971.
Antes del
mencionado congreso se abrió la “Asamblea Popular” y no se permitió la
participación de los “campesinos oficialistas”, como se llamaba a los dirigidos
por Tambo y Flores. Empero el trabajo sindical siguió a delante y lograron
hacerse de la dirección de la CNTCB. Además de encontrase sectores comunistas
adversos a las ideas indianistas de Reinaga, dicho evento fue vigilado por el
gobierno de J. J. Torres: “En el congreso fue notorio la presencia del gobierno
militar, hasta el extremo de que el Ministro de Asuntos Campesinos, Mario
Candia Nava entraba y salía de plenario, tratando de vigorizara a cualquier
precio el Pacto Militar Campesino”[4].
Con el golpe de
Estado dirigido por el general Hugo Banzer, a finales de agosto de 1971, se
pone fin a este periodo, el cual se desarrolló entre el último gobierno del
MNR, el de Barrientos, Ovando y Torres. Se trató de años en los que el racismo
de izquierda a derecha era más crudo y el escenario para el trabajo político de
los “indios” era muy adverso.
- Periodo de bifurcación (1973-1980)
En 1973 se publicó
el Manifiesto de Tiahuanaco,
documento que a pedido de Teodomiro Rengel fue redactado por el cura Gregorio
Iriarte y que perfila la formación de una corriente enfrentada al indianismo:
el katarismo[5].
Si bien el indianismo no es “reconocido” se evidencia el afán por diferenciarse
de él, promoviendo posturas “más viables” y centradas en una mirada
campesinista con toques culturales. Fue el Centro de Coordinación y Promoción
Campesina MINK’A, en plena dictadura de Banzer, el espacio donde se fueron
delineando las diferencias entre estas corrientes y que en 1978 dieron lugar a
dos expresiones políticas: el Movimiento Indio Tupaj Katari (MITKA) de línea
indianista y el Movimiento Revolucionario Tupaj Katari (MRTK) de línea
katarista.
En el MITKA
destacan figuras como Luciano Tapia, Nicolás Calle, Jaime Apaza, Felipe Quispe
Huanca y Constantino Lima (uno de los fundadores del PAN). En MRTK se puede
mencionar a Jenaro Flores (quien fue electo ejecutivo de la CNTCB en el
congreso de potosí, en 1971), Macabeo Chila y Víctor Hugo Cárdenas. Cabe
mencionar, además, que por aquellos años murió (posiblemente en 1977) en
circunstancias no esclarecidas uno de los fundadores del PAN, Raymundo Tambo, a
los 36 años.
Cabe señalar un
hecho poco conocido que se dio en este segundo periodo. De Sudáfrica llegó a
Bolivia una delegación, el Comité Divisional del Vryheldas, entre cuyos
miembros estaba un diputado sudafricano de nombre Jan Foley, quien en una nota
periodística referida a la preparación de la posible migración blanca a Bolivia
decía no estar satisfecho con la “relación racial” que encontraron en Bolivia,
pero que no preveían problema real al respecto, pues en Bolivia como en
Sudáfrica se practicaba una discriminación mediante la que la minoría “blanca”
mantendría a mestizos e indios “en el lugar que verdaderamente les
corresponde”, “la única diferencia está en que ellos [los bolivianos] lo hacen
calladamente sin publicarlo al resto, así que desde ese punto de vista, los
sudafricanos blancos se sentirán como en casa” [6].
Este intento de “importar blancos” fue denunciado por ejemplo por MINK’A
mediante su periódico[7].
Volviendo al
asunto, el proyecto de formar un partido político “indio” tuvo sus primeros
antecedentes en la década de los 60 y uno de sus gestores, Constantino Lima,
continuó con ese proyecto en los 70, esta vez junto a otros actores que también
estaban en un afán similar, como Luciano Tapia. Por su parte, Jenaro Flores,
luego de volver del exilio y entablar relaciones con militantes del Movimiento
de Izquierda Revolucionaria (MIR), trabajó en la reorganización sindical
apuntando a desconocer a los dirigentes del “Pacto Militar-campesino”
apoyándose en la legitimidad del VI Congreso Nacional de la CNTCB en el que fue
elegido como ejecutivo. Los unos, los indianistas, dirigían sus esfuerzos a
conformar una organización partidaria, mientras los otros, los kataristas,
desarrollaban su trabajo fundamentalmente en los sindical.
Sus relaciones
fueron no solo tensas, sino que incluso estuvieron marcadas por la violencia
física. Por su parte, los kataristas eran más propensos a entablar vínculos con
grupos de izquierda y de la iglesia, mientras que los indianistas eran reacios
a ese tipo de vinculaciones, aunque estos últimos, por ejemplo Lima y a pesar
de su retórica radical, fue inclinado a participar en algunos eventos
internacionales dedicados “pueblos indígenas”. Sin embargo se dieron algunos
intentos de unificación entre indianistas y kataristas pero en definitiva cada
corriente tomó su camino. Así, en abril de 1978 se fundaron el MITKA y el MRTK.
En las elecciones
de 1978 el MRTK apoyó a la UDP mientras que el MITKA participó con candidatos
propios y de forma independiente, logrando 13.281 votos (0.71%). En las
elecciones de 1979, año del Congreso de Unidad Campesina que dio origen a la
CSUTCB, el MITKA obtuvo 28.344 votos (1.67%), más del doble de la anterior
elección, mientras que el MRTK fue en alianza con el MNR, FRI y PDC. Para las
elecciones de 1980 el MITKA se dividió en MITKA, liderado por Luciano Tapia y
MITKA-1, liderado por Constantino Lima. El MITKA obtiene 15.852 votos y el
MITKA-1, 17.022 votos, haciendo un total en porcentaje entre ambos de 2.5 %[8];
por su Parte el MRTK vuelve a la alianza con el MNR y el FRI.
En 1980 se realiza
el “Primer Congreso de Movimientos Indios de Sudamérica”, el 27 de febrero al 3
de marzo en Cusco-Perú, y en tal evento participaron miembros del Movimiento
Indio Tupaj Katari (MITKA) y miembros de MINK’A. Entre los organizadores estaba
el peruano Guillermo Carnero Hoke. La mayor parte del financiamiento fue hecho
por el Consejo Mundial de Pueblos Indígenas (CMPI). De este evento, que puede
ser identificado como el momento inicial del posicionamiento del pachamamismo,
emergió el Consejo Indio de Sud América (CISA), cuyo primer coordinador, elegido
en el congreso, fue Ramiro Reynaga Burgoa, hijo de Fausto Reinaga y entonces
miembro del MITKA. También ese año Felipe Quispe junto a Jaime Apaza viaja
Cuba, recibiendo formación guerrillera.
Tapia y Lima siendo
candidatos “indios” a la presidencia logran diputaciones en las elecciones del
80, pero no pueden asumir sus respectivos cargos por el golpe de estado de
García Mesa del 29 de junio de ese mismo año.
En ese escenario se cierra este segundo periodo, en el que se da la
formación y confrontación entre el katarismo y el indianismo. Se trata de un
periodo que se desarrolla en medio de la dictadura y en espacios abiertos a
procesos electorales. Hasta aquí las ideas fundamentales apuntaban a cuestiones
de orden político o sindical, los esfuerzos se dedicaban a la organización, en
un caso más partidaria y en otro más sindical. Puede decirse que en términos de
organismos político-partidarios fue en este periodo que los “indios”
irrumpieron en el escenario político electoral del país, abriendo así un camino
que después otros transitarían.
- Periodo de decadencia (1982-1997)
En octubre de 1982,
cuando en el país termina el periodo
dictatorial y se inaugura un periodo democrático que llega hasta el presente,
los diputados “indios” del MITKA y MITKA-1 toman sus curules y así se inicia el
tercer periodo. La participación indianista parlamentaria en lugar de
fortalecer a sus organizaciones las debilita por la forma en que ejercían sus
cargos tanto en el parlamento como en sus respectivos partidos. El MITKA y el MITKA-1
fruto de sus problemas organizacionales y las disputas internas no pudieron
participar en las elecciones de 1985 mientras que los kataristas se dividieron,
por una parte se presentó el MRTK de Macabeo Chila obteniendo 16.269 votos a
nivel nacional (1.08%), mientras que el MRTK-L de Jenaro Flores logró 31.678
votos, obteniendo dos diputados: Víctor Hugo Cárdenas y Walter Reynaga (sobrino
de Fausto Reinaga).
En 1986 varios
militantes del MITKA, entre ellos Felipe Quispe, quien luego de viajar a Cuba en
1980 y recibir formación guerrillera ya había retornado al país, forman la
Ofensiva Roja de Ayllus Tupakataristas (ORAT) que será la base del Ejército
Guerrillero Tupaj Katari (EGTK) en 1989. En 1988 se llevó acabo el I Congreso
Extraordinario de la CSUTCB donde el dirigente Jenaro Flores llegó debilitado
por los problemas y divisiones entre los kataristas fue desplazado. Para las
elecciones de 1989 Jenaro Flores se presentó como candidato a la presidencia
por el Frente Único de Liberación Katarista (FULKA), obteniendo 16.416 votos.
Víctor Hugo Cárdenas se presentó como candidato a la presidencia por el MRTK-L,
logrando 22.983 votos y obteniendo una diputación, pero los vocales de la Corte
Nacional Electoral (CNE), “la Banda de los Cuatro”, anularon votos y así ese
curul pasó a otro partido. A inicios de los 90, el EGTK, en su desarrollo
incipiente, fue desarticulado en 1992[9] y
en 1993 Víctor Hugo Cárdenas formó una alianza con Gonzalo Sánchez de Lozada y
será electo como el primer vicepresidente aymara en Bolivia.
En este tercer
periodo surgían una gran cantidad de organizaciones por la división, fruto de
los problemas internos en el MITKA y el MRTK. Las disputas entre estos grupos
será intensa y ello les quitará capacidad de incidir en otros ámbitos. Pero además,
en este periodo empezaran a jugar un papel político preponderante las ONG’s,
que terminaron siendo la autoridad para definir quiénes y que son los
“indígenas”. Se promoverán ideas sobre
la “otredad”, el respeto a la diferencia. Se trata de un periodo en el
que, dejando de lado la lucha política y privilegiando el simbolismo (hasta
llegar a lo exótico), varios indianistas y kataristas caerán seducidos por las
ideas multiculturalistas, las que empezaban a ganar terreno y que con la caída
del muro de Berlín no encontraron obstáculos para imponerse, aunque en Bolivia
la aplicación del D.S. 21060 ya había logrado allanar el campo para el
florecimiento de las especulaciones posmodernas sobre los “indígenas”.
Se trata de un
escenario internacional (no se reduce a Bolivia) en la que el reconocimiento de
las “poblaciones indígenas”, promovido por organismos internacionales, fue
asumido por varios estados en América latina, como Bolivia. Así, en la gestión
de Gonzalo Sánchez de Lozada y Víctor Hugo Cárdenas, mediante una reforma
constitucional, se reconocerá el carácter “multicultural y pluriétnico” del
país, además de hacerse una reforma educativa y el reconocimiento de TCO’s. De
esta forma el “problema del indio” quedó reducido en los cánones establecidos
por organismos internacionales y que fueron ciegamente asumidos en países como
Bolivia.
Desde los años 2000
y 2001, en los que se produjeron bloqueos protagonizados por los aymaras,
bloqueos dirigidos por la CSUTCB, entonces encabezada por el indianista Felipe
Quispe Huanca, se cuestionó el carácter colonial del Estado y se propaló
masivamente el ideal de que los “indios” deberían gobernar Bolivia, a
diferencia de la “guerra del agua” (2000) en Cochabamba que cuestionó las
políticas neoliberales. En esos años el trabajo de varias décadas hecho por
indianitas y kataristas tendrán gran incidencia e importancia, en un escenario
de crisis económica y política, pero ese es otro tema.
[1] Sobre los temas tratados en este artículo se encontrarán mayores
referencias en: Pedro Portugal y Carlos Macusaya, El indianismo katarista.
Una mirada crítica, Fundación Friedrich Ebert (FES), La Paz-Bolivia, 2016;
disponible en: http://www.periodicopukara.com/archivos/el-indianismokatarista.pdf
[2] Clasifico la obra de Reinaga de la siguiente manera: 1) Pre-indianista: desde Mitayos y yanaconas (1940) hasta El sentimiento mesiánico del pueblo ruso
(1960), 2) Indianista: desde El indio y el cholaje boliviano (1964) hasta Tesis india (1971) y Post-indianista: desde América india y occidente (1974) hasta El pensamiento indio (1991). Nótese que
la etapa indianista de Reinaga es la más breve.
[3] Véase: Carlos Macusaya, Desde el
sujeto racializado: consideraciones sobre el pensamiento
indianista
de Fausto Reinaga, Ediciones MINKA, La Paz-Bolivia,
2014; disponible en:
[4] Felipe Quispe, El indio en
escena, Ediciones Pachakuti, Chuquiyawu-Qullasuyu, 1999, p. 24
[5] Véase: El indianismo katarista.
Una mirada crítica (capítulo 10: «El Manifiesto de Tiahuanaco en el
indianismo y el katarismo», p. 225-300), Fundación Friedrich Ebert (FES), La
Paz-Bolivia, 2016.
[6] “¡Bolivia, allá vamos!”, en IXIM Notas Indígenas, año 2, nº 14 y 15,
noviembre y diciembre 1978, p. 7. Sobre los indios Jan Foley decía: “[Los
indios de Bolivia] tienen una inteligencia comparable a la de nuestros negros y
se les puede enseñar labores manuales sin ningún problema. No son exactamente
la gente más productiva que yo haya encontrado. Poseen un poco más de
auto-respeto por ellos mismos que nuestros negros, y se mantienen
razonablemente limpios y arreglados”. (Op. cit.). Jan Foley veía en Bolivia una
situación similar a la que se vivía en su país, Sud África, por ello creía que
los “blancos” sudafricanos “se sentirán como en casa”. Paradójicamente en
Bolivia los únicos “locos” que veían y denunciaban el racismo eran los
indianistas, catalogados por los izquierdistas como “racistas” y/o “resentidos”.
[7] “50 familias racistas invadirán Bolivia”, en: Collasuyo, Año I, Nº 2,
La Paz- Bolivia, junio de 1978, p.7.
[8] Los datos son extraídos de: Javier Hurtado, El Katarismo, Ed. Hisbol, La Paz-Bolivia, 1986, p. 265.
[9] Véase: Ayar Quispe, Los Tupajkataristas
revolucionarios, disponible en: http://grupo-minka.blogspot.com/2015/06/los-tupakataristas-revolucionarios-de.html
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