Breve esbozo del Aymara que levantó el
orgullo indio en Bolivia
Por Roger Adan Chambi Mayta
¿Indio?
¿Campesino? ¿Indígena? Los denominativos que nos han impuesto fueron cambiando
conforme sistemas políticos, prejuicios sociales y modas académicas. Siempre el
otro poniéndonos apelativos, siempre el otro imaginando fantasmas y virtudes en
nuestros pueblos. Para principios del siglo XX, el indio era el “pueblo
enfermo”, la razón para que Bolivia no llegara al progreso, la razón para que
Bolivia no sea semejante a Francia, a Occidente. A mediados de ese mismo siglo,
bajo políticas de mestizaje y a partir del denominativo “campesino”, se trató
de encubrir las prácticas, idiomas, culturas y memorias de los pueblos
indígenas. La consigna fue: asimilación o perdición. Iniciando el siglo XXI, se
posiciona el denominativo “indígena originario”, quien será el depositario de
todas las fantasías de una sociedad armónica, de un mundo de complementariedad
idílica. Así los aymaras, quechuas, guaranís, ayoreos, guarayos, entre otras
tantas naciones que albergan el Estado boliviano, fuimos pasando en la historia
oficial a gusto del denominativo ajeno. De ser “pueblo enfermo” transitamos a
ser la “reserva moral del mundo”.
Pero
esa es la historia oficial, creada desde los gobiernos de turno, desde las
cuatro paredes de los organismos internacionales y de instituciones académicas.
A lo largo de la historia republicana y plurinacional, los pueblos indígenas
demostraron su capacidad de agenciar y de resignificar símbolos, discursos y
denominativos de opresión. Si bien el acto de nombrar otorga poder al que
nombra, los pueblos indígenas polítizados adoptaron el denominativo que más
daño psicológico creaba en los sujetos racializados para emprender su lucha
contra el sistema dominante que pretendía silenciarlos, este denominativo fue
el de INDIO. “Si con el nombre de indio nos oprimieron con el nombre de indio
nos vamos a liberar” (Quispe, 2011, p. 18), esa fue la apuesta del indianismo,
movimiento político indígena, que surge como reacción anticolonial en los
inicios de las invasiones europeas y se trasluce, en Bolivia, como proyecto
político partidario con el Movimiento Indio Tupak Katari (MITKA) en 1960, con
los escritos de Fausto Reinaga desde 1970 y con la práctica política de Felipe
Quispe Huanca desde 1986. El indianismo surge como la apuesta política para
rebelar al indio, para recordarle la historia de opresión que vivió y vive
dentro el Estado republicano, para interpelar las políticas asimilacionistas y
apostar por una revolución india.
Y los indios necesitan
una verdad de fuego.
Hay que meter el dedo en
la llaga de una dignidad herida por cuatro siglos de humillación. Hay que
barrenar, con hierro al rojo vivo, su corazón, hasta que partido en dos, eche
oleajes de sangre. (Reinaga, 2014, p. 42)
Meter
el dedo en la llaga es la metáfora que mejor expresa la ideología indianista y
su apuesta por lo indio. Los aymaras, los quechuas, los guaranis, entre otros
pueblos indígenas, por la colonialidad, desprecian el denominativo indio, es
considerado el peor insulto, pero justamente por eso, el indianismo agarró este
término para resignificarlo, para que aquel denominativo que el blanco-mestizo[1]
usa para humillar al indígena, ya no sea más un dispositivo que afecte su
subjetividad, sino, más al contrario, sea un denominativo que active su lucha
anticolonial.
Un
gran ejemplo del uso político de la categoría indio lo comprendemos con la
práctica de Felipe Quispe Huanca, quien solía emplear este denominativo para
afirmarse, siempre aclarando que es una categoría equivocada otorgada por los
españoles, solía decir: “nosotros, los
mal llamados indios”. Pero sabía la fuerza que implicaba usar este término
y el miedo que provocaba en los blanco-mestizos cuando escuchaban al indio
afirmándose como indio.
Las
líneas que siguen son pequeños repasos de la trayectoria de Felipe Quispe
Huanca, llamado también como El Mallku (que traducido del Aymara significa
cóndor, pero también es denominativo de la máxima autoridad de una comunidad),
a un año después de su muerte. Considero que es importante recordar al líder
Aymara que supo unir en su accionar político la teoría indianista de Fausto
Reinaga y la acción guerrera de Tupak Katari en un contexto racista y opresivo
contra los pueblos indígenas de Bolivia. El lector observará que se emplearán
categorías como indígena, indio u originario como sinónimas, cosa no permitida
desde el indianismo, puesto que cada uno tiene una implicación política
distinta, sin embargo, su uso en el presente texto es más para referirse a los
pueblos aymaras, quechuas, guaraníes, y demás naciones que componen el Estado
Plurinacional de Bolivia.
Foto gentileza de Wilmer Machaca Leandro |
La partida de Felipe
Quispe Huanca, El Mallku
La
noticia cayó como un balde de agua fría: “Tenemos
que lamentar comunicarles que hoy, nuestro líder, nuestro Mallku, a fallecido,
hermanos y hermanas”. Ante esa información, los grupos de WhatsApp
indianistas y kataristas se llenaron de mensajes de desesperación, angustia,
desconfianza y dolor. “¿Será posible?
¡Recién nomás le vimos dar clases de formación en las comunidades!”, “¡Cómo se
va a ir nuestro Mallku! ¡No puede ser!”. Ese martes 19 de enero de 2021, la
muerte del máximo representante político de los movimientos indígenas de los
últimos 30 años de Bolivia, nubló los corazones de la nación Aymara y de los movimientos
políticos anticoloniales.
Siendo
ya oficial la noticia, los medios de comunicación empezaron a reproducir su
imagen aduciendo que la causa de su muerte fue por la Covid-19, información que
fue desmentida por el hijo de Felipe Quispe Huanca, Santos Quispe, quien
aclaró, entre lágrimas, que su padre había fallecido por un paro cardiaco, ya
que tenía antecedentes de poliglobulia[2].
Los portales de los periódicos a nivel nacional no tardaron en enlistar sus
logros, hazañas y discursos beligerantes. Personajes de renombre de la política
y de la academia nacional e internacional manifestaron sus condolencias,
señalando la importancia de la lucha de El Mallku para los pueblos indígenas
del continente. Pero el dolor y la impotencia se sintieron en su máxima
expresión en los barrios de la ciudad de El Alto y en las pampas y montañas de
su natal provincia Omasuyos, donde se escuchaban los bramidos de los pututus y
las wiphalas[3],
con crespones negros, empezaban a flamear para homenajear y despedir al líder
Aymara.
Al
día siguiente, miércoles 20 de enero, se realizó el velorio en la ciudad de El
Alto en predios del Salón Felicidad[4].
Miles de personas se dieron cita para despedirse de aquel Aymara que en vida
hizo temblar a la clase política blanco-mestiza y levantó el orgullo de las
naciones cobrizas. En medio del colorido salón, rodeado de cuatro pilares
luminosos y sobre una alfombra roja, se encontraba el ataúd de El Mallku,
cubierto por una wiphala, acompañado de flores, velas y hojas de coca. El
contexto pandémico alteró la forma tradicional andina de realizar el velorio.
Se hizo una larga fila para ingresar al salón y no se podía quedar más de cinco
minutos en dicho ambiente, se debía transitar rápidamente porque estaban
prohibidas las aglomeraciones y muchas personas querían ingresar al lugar a
despedirse y decirle sus últimas palabras. En ese trayecto, entre llanto y
música fúnebre, se gritaban los “¡Viva el
Mallku! ¡jallalla Felipe Quispe! ¡Gloria el Mallku Felipe Quispe!”
Acostumbrado
a ser directo y grafico en sus intervenciones públicas, Felipe Quispe Huanca,
en diferentes ocasiones mencionó estar dispuesto a “dar la vida” por la “causa
sagrada” de su pueblo, causa que consistía en la liberación del colonialismo
boliviano que discriminaba y anulaba las formas, colores y epistemes indígenas.
“¿Por qué matan a mis hermanos quechuas,
a mis hermanos aymaras? ¿Por qué no me matan a mí? (…) ¡Voy a ch’allar[5]
con mi sangre y voy a abonar con mi cuerpo a la pachamama para que mañana
nosotros estemos en el poder!”, “Por principio estoy luchando y voy a seguir
luchando hasta mi muerte, si es posible debajo de la tierra voy a seguir
gritando”[6].
Esas palabras filosas de El Mallku, que expresaban dolor, rebelión y profecía,
fueron evocadas por la población para recordar al Aymara que se atrevió a
hablar de igual a igual con aquellos que históricamente se sentían superiores a
los indígenas. Antes de su muerte, Santos Quispe señaló que su padre había
mencionado que “si yo muero alguna vez,
van a nacer más Mallkus”.
El
jueves 21 de enero, el cuerpo de Felipe Quispe Huanca fue trasladado para su
entierro a la comunidad que le vio crecer y donde aprendió a trabajar la
tierra, Ajaría, dependiente del municipio de Achacachi, provincia Omasuyos. El
traslado tuvo dos paradas antes de llegar al cementerio, la primera en la
Universidad Pública de El Alto, universidad donde El Mallku impartía clases en
la carrera de Historia, y la segunda en la Plaza Tupak Katari de Achacachi,
pueblo beligerante que encabezó, históricamente, diferentes revueltas
indígenas. Miles de personas con sus respectivas wiphalas acompañaron el cuerpo
hasta que el ataúd ingrese a la fosa creada específicamente para el líder
Aymara. Sobre su tumba, rodeada de flores y coronas multicolores, se puso un
cuadro a blanco y negro con la imagen de Felipe Quispe Huanca y con las
siguientes palabras: MALLKU ¡VUELA ALTO, MUY ALTO! Ya para culminar la
ceremonia, en medio de la pampa y la polvareda, se lanzaron las vitoreadas de “¡Jallalla Felipe Quispe! ¡Jallalla Qullasuyo
Marka! ¡Jiwpan q’aranaqaxa!”.
Esbozo de su trayectoria
Felipe
Quispe Huanca nació un 22 de agosto de 1942 en Ch’ixilaya, perteneciente al
cantón Aymara de Ajllata Grande, Achacachi, provincia Omasuyos. Fue el último
hijo de una familia de agricultores. A sus once años, ya establecida la reforma
agraria[7] y
pequeños centros educativos en las comunidades rurales, sintió interés en
ingresar a la escuela y aprender el idioma español a pesar de la negativa de
sus padres. Tal vez su primera rebelión fue dentro su propia familia, para el
niño Felipe no era suficiente haber aprendido las labores agrícolas y de
pastoreo, quería dominar aquel idioma que años atrás solo estaba permitido para
los patrones y terratenientes. Ante su constante obstinación, sus padres,
Gavino Quispe Cayllante y Alejandra Huanca Macias, tuvieron que aceptar que su
último hijo ingrese a la escuela más cercana de la comunidad. El futuro Mallku,
en sus años escolares, tuvo que recorrer largos caminos para llegar a su unidad
educativa y enfrentar los castigos y el racismo de sus propios profesores y
compañeros de aula, quienes eran hijos de patrones y hacendados. “¿Ustedes para que vienen acá? Ustedes han
nacido para servir al patrón. Ustedes no van a ser doctores ni licenciados.
¡Ustedes son indios!”[8]
Entre
1963 y 1964, Felipe Quispe Huanca cumplió el servicio militar donde
experimentó, también, las diferenciaciones sociales a partir de prejuicios
étnicos. Los conscriptos con apellidos indígenas como: Mamani, Condorí, Quispe,
Apaza, Huanca, entre otros, eran arrinconados a los últimos peldaños de la
jerarquía militar, mientras los que contaban con apellidos europeos y la piel
clara, ocupaban altos puestos de mando. Fue en ese ambiente donde Felipe Quispe
Huanca conoció el nombre de un autor que politizó su vida en los siguientes
años, Karl Marx. Un suboficial les había entregado un folleto de propaganda
antimarxista, donde mencionaba que Marx era ateo y que no creía en cristo, en
el diablo y ni en los seres tutelares indígenas.
Una
vez concluido el servicio militar, Felipe Quispe Huanca se compró el Manifiesto
del Partido Comunista para comprobar si lo que se decía en el cuartel era
verdad. Al no ver dichas referencias, concluyó que desde los altos mandos
militares se pretendía insertar un discurso antimarxista en las tropas
indígenas, “dicho militar nos estaba
induciendo para que nos convirtamos en unos perros asquerosos anticomunistas y
así lamer la mano del ogro gringo imperialista” (Quispe, 2018, p. 22). A
partir de esas primeras lecturas y su posterior incorporación en el Ejército de
Liberación Nacional (ELN) nace su horizonte de lucha anticapitalista y
antiimperialista, lo cual lo llevó en los años de la dictadura de los 70 a
viajar a Guatemala y Nicaragua para recibir formación guerrillera.
En
1975 Felipe Quispe Huanca regresa a su comunidad de Ajaría, por ese entonces en
la Radio San Gabriel se emitía la radionovela sobre la vida rebelde de los
líderes aymaras Tupak Katari y Bartolina Sisa, a partir de ella se invitaba a
los radioescuchas a comentar sobre la lucha anticolonial de 1781. Felipe Quispe
Huanca participó en uno de esos programas y conoció allí a Jaime Apaza
Chuquimia (miembro del partido político indígena Movimiento Indio Tupak Katari,
MITKA), quien viendo la capacidad expresiva del futuro Mallku, le invita a
seguir conversando sobre la rebelión de Tupak Katari, y, posteriormente, acepta
su afiliación al MITKA señalando que antes debería “prestar el juramento de
rigor uno de esos días al puro estilo Inka” (Quispe, 1999, p. 12). En ese
contexto, los movimientos indianistas ya tenían mayor protagonismo político y
los textos de Fausto Reinaga como “La Revolución India”, “La Tesis India” y el
“Manifiesto del Partido Indio”, resonaban en los discursos ideológicos y
políticos aymaras.
El
espíritu combativo y místico de El Mallku se podía observar en cada acción que
desarrolló en las organizaciones que encabezó y militó. En 1978, junto a
representantes distintivos del MITKA, hizo el “santo juramento”, por la causa
sagrada, de rodillas frente al “aguayo negro” y la “piedra blanca”, señalando
lo siguiente: "Juro por la sagrada
memoria de Tupak Katari y Bartolina Sisa, lucharé hasta vencer y morir". (Quispe,
1999, p. 23). Sin embargo, él sabía que la apuesta política partidaria no era
suficiente para lograr la liberación de su pueblo, además había sido testigo de
que por esa vía muchos dirigentes indígenas se corrompían fácilmente. Por eso
nunca claudicó en conformar brazos armados, solía decir que debajo del poncho
llevaba las dos vías para la liberación del oprimido, en un brazo la lucha
electoral y en la otra la lucha armada. En 1986 fundó, en la ciudad de Sucre,
el Ejército Guerrillero Tupak Katari, EGTK, grupo que no solo estaba conformado
por indígenas, sino también por marxistas blanco-mestizos, entre ellos Álvaro
García Linera (ex vicepresidente de Bolivia durante el gobierno de Evo
Morales), Raúl García Linera (hermano de Álvaro García) y Raquel Gutiérrez
(Intelectual marxista mexicana). La creación del EGTK también fue iniciada por
un ritual, donde Felipe Quispe Huanca señaló lo siguiente: “Yo Felipe Quispe Huanca firmo con mi sangre
hasta la revolución de Ayllus. Revolución o muerte. ¡¡¡venceremos!!!” (Quispe,
2009, p. 28-29).
En
1991 inician las acciones guerrilleras del EGTK, empezando con el colgado de
tres gallos en una avenida principal de El Alto y dinamitando torres de energía
eléctrica de la misma ciudad. Si bien estas acciones no tuvieron mucho eco en
el panorama mediático por el contexto temporal y político, la apuesta del EGTK
estaba direccionada más a armar a la población indígena contra el gobierno
colonial que a seguir una línea del foquismo guevarista. El 19 de agosto de
1992, Felipe Quispe Huanca fue capturado por la traición de uno de sus
compañeros durante el gobierno de Jaime Paz Zamora y es sometido a torturas y
privado de libertad por cinco años (1992 - 1997). En una de sus intervenciones
más mediatizadas a nivel nacional, Felipe Quispe Huanca respondió a la periodista,
blanca-mestiza, Amalia Pando, sobre el uso de bombas para luchar contra las
injusticias de la siguiente forma: “No
pues, es que a mí no me gusta que mi hija sea su empleada de usted. ¿Cómo puedo
protestar? ¿no lo voy a hacer pidiendo limosna?”[9].
En
la cárcel, Felipe Quispe Huanca estudió a distancia la carrera de Historia en
la Universidad Mayor de San Andrés, así mismo, fue ahí que escribió sus
principales textos que darán posteriormente línea a sus acciones y estrategias
políticas. Al salir de la cárcel es nombrado Secretario Ejecutivo de la
Confederación Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia, CSUTCB. Para ese
entonces ya había pasado cuatro años de la muerte de Fausto Reinaga y ya casi
nadie hablaba del indianismo y sus categorías políticas. Fue Felipe Quispe
Huanca quien retomó el concepto de Reinaga de las “dos bolivias” y la usó para
mostrar las injusticias de la Bolivia blanca contra la Bolivia India. Por esa
razón, Ramiro Reynaga, hijo de Fausto Reinaga, dedicó su texto “Blokeo 2000” a
El Mallku, “por haber sacado de la clandestinidad a Fausto Reynaga, el Amauta
(sic)”.
Ya
como principal dirigente de la CSUTCB, El Mallku encabezó diferentes bloqueos
campesinos en contra de los gobiernos del ex dictador Hugo Banzer Suarez,
Gonzalo Sánchez de Lozada y Carlos Mesa Guisbert. En la esfera mediática y
política su lenguaje radical creó nuevas terminologías políticas, como “Estado
q’ara”, “q’aracracia”, “sociedad comunitaria de ayllus”, “guerra revolucionaria
de ayllus”, entre otros (Quispe, 2014, p. 24). Su imagen era la del indio
rebelde, el que hablaba de igual a igual con el blanco-mestizo, el que no
titubeaba delante de los de traje y corbata. Felipe Quispe Huanca llegaba
puntual a las reuniones y asambleas, no le gustaba esperar, la disciplina era
su mayor virtud, “nadie es su llukalla[10]
para estar esperando media hora, estamos en tiempo de siembra y el tiempo es
oro”, señaló ante las cámaras de televisión por la retardación de los
representantes del gobierno para entablar una mesa de dialogo.
El
Mallku creó su partido político, el Movimiento Indígena Pachakuti, MIP, sigla
con la que logró seis diputados en las elecciones de 2002, él mismo fue
posicionado como diputado nacional, pero renunció como señal de protesta contra
el congreso aduciendo, en una rueda de prensa, que esta instancia:
“Actúa de forma
arbitraria y a espaldas del pueblo boliviano 'oprimido', que aprobaron la
inmunidad para los militares gringos norteamericanos para la hecatombe contra
los pueblos indígenas, con el objetivo de saquear nuestros recursos naturales
que nos brinda la Pachamama por simples dádivas"[11]
El
escenario más importante que protagonizó Felipe Quispe Huanca fue durante las
movilizaciones del año 2003, sobre todo en el llamado octubre negro o guerra
del gas, donde a consecuencia de las constantes marchas, bloqueos y
enfrentamientos entre movimientos sociales indígenas del país y las fuerzas
armadas, el presidente de la república, y mayor representante del
neoliberalismo de ese entonces, Gonzalo Sánchez de Lozada, renunció y escapó de
Bolivia. Sobre estos hechos, El Mallku escribió su libro “La Caída de Goni:
diario de la huelga de hambre” (2013), donde señala la estrategia de lucha de los
sectores populares e indígenas y la importancia de la ideología indianista en
ese escenario de “guerra comunitaria”. En ese contexto de crisis política, se
visibiliza también la figura de Evo Morales Ayma como líder de los cocaleros
del trópico de Bolivia.
En
las elecciones presidenciales de 2005, Felipe Quispe Huanca participó como
candidato a la presidencia con su sigla MIP, el panorama político exigía un
gobierno nuevo que esté alejado de los discursos y programas neoliberales. Los
escenarios de la guerra del agua (2000) y de la guerra del gas (2003), pusieron
como actores principales de la política nacional a los pueblos indígenas. El
nuevo gobierno tenía que proceder de esas bases, asumir la agenda proclamada
desde los movimientos orgánicos, pero no fue solo El Mallku el único candidato
que representaba a los sectores populares e indígenas, sino también Evo Morales
Ayma, que con su sigla Movimiento al Socialismo, MAS, estaba ganando
popularidad a nivel nacional.
En
esas elecciones, Evo Morales junto a su candidato a la vicepresidencia, Álvaro
García Linera, representaban la cara menos radical para el futuro gobierno
nacional. Felipe Quispe Huanca, con su discurso beligerante de línea
indianista, no logró atraer electores de las regiones fuera de los Andes. Los
resultados electorales pusieron a Evo como el ganador para la presidencia,
quedando El Mallku con solo el 2,15% de los votos. Tras su derrota electoral,
el líder Aymara regresó a su comunidad a dedicarse a las tareas agrarias y a
armar cuadros políticos indianistas. Así mismo, fundo el Club Deportivo
Pachakuti, bajo la idea de los quispes, mamanis, apazas, entre otros apellidos
indígenas, disputen esos escenarios deportivos.
El resurgimiento
Ya
con el liderazgo de Evo Morales Ayma posicionado por la literatura y los medios
de comunicación como líder indiscutible de los pueblos indígenas de Bolivia y
del continente, dirigentes de los movimientos sociales y académicos creían que
el papel de Felipe Quispe Huanca, en la historia boliviana, había terminado.
Muchos le consideraban un cadáver político. Sin embargo, el desgaste del
gobierno del MAS, sus desatinos políticos y los escandalosos casos de
corrupción, crearon un ambiente donde los propios sectores indígenas empezaban
a realizar la crítica al gobierno de Evo Morales. El 2017, los pobladores de
Achacachi se movilizaron contra el alcalde de su municipio por casos de
corrupción, el hecho provocó la quema de la casa y del vehículo del alcalde
Edgar Ramos, quien era parte del MAS, y como respuesta, los pobladores de
Achacachi sufrieron, por grupos afines al alcalde, un saqueo de sus
pertenencias. Estos sucesos llevaron a que Achacachi, municipio al que
pertenecía Felipe Quispe Huanca y lugar histórico por su papel en las revueltas
indígenas aymaras, realicen marchas y bloqueos exigiendo a Evo Morles la
renuncia de su alcalde.
El
gobierno central, como solía comprender las movilizaciones en su contra,
manifestó que dichas marchas y bloqueos estaban auspiciadas por la derecha
boliviana y el imperialismo norteamericano. Así mismo, sostuvieron que era un
problema local y que su solución estaba en un referéndum revocatorio. El
representante de la junta vecinal de Achacachi Esnor Condorí, fue detenido por
la policía después de participar de un programa de televisión, acusado de dañar
los bienes del Estado. Esta detención incrementó más las movilizaciones
pidiendo su liberación y la atención a sus demandas. Es en este escenario donde
los pobladores de Achacachi nombran a Felipe Quispe Huanca como Presidente del
Comité de Bloqueo, encargado de realizar las movilizaciones de liberación de
los dirigentes detenidos.
Después
de 13 años de ausencia en los medios de comunicación encabezando marchas, El
Mallku aparecía nuevamente sosteniendo su Wiphala y lanzando críticas al
gobierno del MAS: “¿Qué tipo de gobierno
tenemos? Yo creo que nos hemos equivocado, pero algún día vamos a tener nuestro
propio gobierno”[12],
"La gente de Achacachi ya se arrepiente de haber dado voto a su verdugo”[13].
Con la presencia de Felipe Quispe Huanca en los puntos de bloqueo, los
representantes del gobierno de Evo Morales no podían argüir más que la derecha
estaba encabezando las movilizaciones. Sabían lo que representaba el liderazgo
de El Mallku y de lo que pasaría si dejaban crecer las marchas y bloqueos.
La
elección de Felipe Quispe Huanca como Presidente del Comité de Bloqueo fue dado
como reconocimiento de la experiencia de El Mallku en las movilizaciones
sociales de Bolivia. Los pobladores de Achacachi le otorgaron ese cargo por su
disciplina y capacidad de estrategia militar, pero también como acto simbólico
de que Felipe Quispe Huanca siempre estuvo al mando de las movilizaciones en
favor de los pueblos oprimidos y de lado de las peticiones justas de los
sectores populares.
La
última ofensiva
La
crisis política que atravesó Bolivia después de los resultados de las
elecciones generales de 2019 y tras la renuncia a la presidencia de Evo Morales
Ayma, provocó la intensificación de sectores conservadores y fascistas en el
escenario político. Ante el vacío de gobierno, se posicionó arbitrariamente a
Jeanine Añez como presidenta transitoria de Bolivia. En su juramento como nueva
presidenta, agarró la biblia y usó el nombre de dios para traer orden y paz al
Estado Plurinacional. Su gabinete fue conformado por representantes de la vieja
casta política que, al creer que Evo Morales ya no estaba en el gobierno,
pensaron que ya no tenía sentido hablar de pueblos indígenas, por eso quitaron
las wiphalas de las instituciones públicas y proclamaron la extinción de la
Pachamama frente al dios cristiano. Estas acciones fueron rápidamente
cuestionadas por los movimientos indígenas que no dudaron en salir a las calles
en defensa de sus símbolos y de los derechos adquiridos por la Nueva
Constitución Política del Estado. En ese escenario de tensión, y ante la falta
de legitimidad de la llamada presidenta transitoria, la población civil fue víctima
de las balas de militares en el barrio de Senkata de la ciudad de El Alto y en
Sacaba del departamento de Cochabamba, sectores de población mayoritariamente
indígena.
El
2020 llegó la pandemia Covid-19 a Bolivia, El gobierno de Añez usó el motivo
sanitario para prorrogar su mandato y retrasar las elecciones, así mismo, usó
la pandemia y las medidas restrictivas para tener control militar de sectores
contrarios a su gobierno[14].
Ante el prorroguismo de su mandato, casos de corrupción en tiempos de Covid-19
y falta de políticas que dialoguen con las características propias de los
pueblos indígenas, los sectores sociales orgánicos salieron a las calles a
pedir elecciones generales y la renuncia de Jeanine Añez. En estas
movilizaciones, otra vez surge el liderazgo de Felipe Quispe Huanca, ya con
canas, pero sin perder la precisión en sus palabras y en sus ideales: “Aquí nos están gobernando los extranjeros,
los croatas. Gente racista que nos odia a nosotros, entonces por eso estamos
protestando”[15].
En
esta coyuntura, Felipe Quispe Huanca fue nombrado por los pueblos indígenas y
sectores populares como el Comandante Mayor de Bloqueos. En sus apariciones
mediáticas se le veía con la wiphala en mano y pidiendo el retorno de la
democracia y llamando a lucha contra la derecha racista. El Mallku en cada
visita que hacía en los puntos de bloqueo, daba clases de formación política,
recordando las luchas de Tupak Katari y Bartolina Sisa, de Pablo Zarate Willka
y otros líderes indígenas que dieron la vida por “la causa sagrada” de la
liberación de la opresión. Mientras pasaba eso en Bolivia, desde Argentina, las
altas cabezas del MAS planificaban las candidaturas para las elecciones
nacionales.
Una vez realizada las elecciones generales del
2020, el MAS gana las elecciones con la dupla Luis Arce Catacora y David
Choquehuanca Céspedes, Evo Morales retorna a Bolivia y se llama a elecciones
subnacionales para gobernadores y alcaldes. Para esas elecciones Felipe Quispe
Huanca se postuló a la gobernación de La Paz, por el partido Jallalla La Paz,
sigla prestada mientras estructuraba su nuevo partido Adelante Pueblo Unido,
APU. La muerte le llegó en plena campaña
política y con un gran respaldo de la población paceña. Su candidatura la
remplazó su hijo, Santos Quispe, quien ganó las elecciones a nombre de su
padre.
Jamás
sabremos cómo hubiera sido una gestión gubernamental a la cabeza de Felipe
Quispe Huanca, solo nos queda el legado de aquel líder Aymara que supo
enfrentarse a la sociedad colonial sin pelos en la lengua y sin miedo a dar el
cuerpo por la liberación de su pueblo.
A un año de la muerte de Felipe Quispe Huanca, el
movimiento indianista aun siente la ausencia de su líder más representativo de
los últimos años. Hoy su legado de lucha y rebeldía se posiciona junto a los
grandes líderes aymaras como Tupak Katari, Bartolina Sisa y Pablo Zarate
Willka. No se podrá entender la historia boliviana de los últimos 30 años sin
su figura y espíritu combativo, y no se podrá entender el orgullo de las
naciones originarias sin su presencia y radicalidad. Felipe Quispe Huanca dejó
una gran responsabilidad y una dura tarea por la autodeterminación de los
pueblos indígenas a las nuevas generaciones, toca seguir ese camino por la
“causa sagrada” de la liberación de nuestros pueblos.
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Referencias
bibliográficas
QUISPE, Huanca Felipe (2018) Mi Militancia. Movimiento Indio Tupaj Katari. Ediciones
Pachakuti, Qullasuyu.
QUIPE, Huanca Felipe (1999) El indio en Escena. Ediciones
Pachakuti, Qullasuyu.
QUISPE, Quispe Ayar (2009) Los Tupakataristas
Revolucionarios. Ediciones Pachakuti, Qullasuyu.
QUISPE, Quispe Ayar (2014) Indianismo-Katarismo.
Ediciones Pachakuti, Qullasuyu.
REYNAGA, Wankar (2000) BLOKEO 2000. Ediciones Arumanti
Chachanaka. La Paz.
[1] Blanco-mestizo
es una categoría utilizada para denominar al sector “blanco” no indígena de
Bolivia, especialmente para los que componen las elites tradicionales del país.
[2] Fuente, Diario Opinión:
https://www.opinion.com.bo/articulo/pais/medios-prensa-reportan-muerte-felipe-quispe-mallku/20210119203457804450.html
[3] Los Pututus son instrumentos de guerra
realizadas a base de cuerno de toro o conchas. Son usados en la actualidad para
actos rituales o para escenarios políticos. Wiphalas son banderas multicuadriculadas de los pueblos andinos.
[4] Algunos actores
políticos manifestaron que el velorio se debería realizar en los predios de la
Asamblea Legislativa Plurinacional, ya que Felipe Quispe Huanca fue diputado
nacional y además sus acciones fueron significativas para el proyecto del
Estado Plurinacional. Por otro lado, surgieron voces que señalaban que El
Mallku, como luchador y crítico de la Bolivia colonial, hubiera preferido ser
velado en la ciudad de El Alto, ciudad Aymara donde vivió, luchó y enseñó. De
ahí la decisión de velarlo en el Salón Felicidad, ubicado en la Zona 16 de
julio, calle Arturo Valle de la ciudad de El Alto.
[5] Acto ritual andino que
implica dar de beber a la Pachamama en señal de agradecimiento.
[6] Fuente, Noticias
Bolivia: https://www.youtube.com/watch?v=dc1w-xEOZoY
[7] La Reforma
Agraria de 1953 en Bolivia, fue produto de la Revolucion Nacional de 1952.
[8] Entrevista con
Ximena Costa, fuente Jichha: https://www.youtube.com/watch?v=q6wmRvqrfUc
[9] Fuente portal
Jichha: https://www.youtube.com/watch?v=rlyHHG6ayf0
[10] Puede ser
traducido del Aymara como muchacho. Es usado generalmente en sentido
despectivo.
[11] Fuente, ANF
Noticias: https://www.noticiasfides.com/nacional/politica/el-mallku-presenta-renuncia-irrevocable-a-su-curul-legislativo-80206
[12] Fuente,
entrevista El Deber: https://www.youtube.com/watch?v=anBz39C9xXs
[13] Fuente, Diario
Página Siete: https://www.paginasiete.bo/sociedad/2017/8/23/achacachi-felipe-quispe-declaran-guerra-gobierno-149350.html
[14] Para más
información al respecto revisar: ¿KUNS
MANQ’APXA? As experiências e estratégias sociais das populações
indígenas Andinas Bolivianas em face da covid-19. Link: https://revistas.marilia.unesp.br/index.php/aurora/article/view/11808
[15]
Fuente, SEO TV: https://www.youtube.com/watch?v=cdWFKjR98yk
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