Iván
Apaza-Calle
Primer día de agosto de 2019, el nuevo hechicero de los andes había llegado desde las tierras cálidas. El
encuentro después de meses se había consolidado por fin, después del cómo has estado hermano… Después del te veo más vejete, caminamos en medio
de la multitud de estudiantes de aquella ciudad joven de muchachos y muchachas
provincianas. Aquella tarde en la Universidad Pública de El Alto los puestos de
libros exponían joyas literarias. Entre risas sobre recuerdos de mengano y
fulano, nos dirigimos hacia los libros, en uno de aquellos puestos estaba Siku
Mamani. Él estaba detrás de aquellas joyas y al lado de su querida
compañera.
Caminamos hacia aquella pareja. Saludamos alegremente, y ellos respondieron
con la sencillez y calidez que los caracterizaba.
—Revísalo nomás hermano, hay
buenos libros. —Dijo el músico. Y señaló un libro cuyo título era ¿Khitiptansa? (¿Quiénes somos?) de X.
Albó. Miraba todo lo que había en la mesa, no supe qué libro llevarle, hay
muchas cosas que uno quisiera leer y según el interés que tiene, pero es casi
imposible.
—Escógete uno hermano— Repuso
nuevamente. No entendí a qué se refería.
—¿Uno? —Pregunté sorprendido.
—Sí, uno. Te debo un favor y
escoge un libro hermano. —Rápidamente se me vino a la mente, el recuerdo de
la noche que me pidió una redacción no sé para qué.
—¿Es en serio hermano?
—Volví a preguntarle.
—Sí. Escoge uno hermano.
—Respondió.
Pasó unos minutos y seguía observando. Había otros compradores que
le preguntaban sobre algunos libros de historia, él respondía saciando cada
duda de aquellos curiosos.
Aún no sabía qué elegir, fue un gesto grandioso de parte de él,
nunca nadie me había invitado a elegir un libro como obsequio. El hecho de la
invitación, es un regalo único, el libro otro complementario.
—Ya pues, escoge uno, de una
vez — Dijo el Hechicero. Y para impulsarme me dio unos golpecitos en la
espalda.
—Haber, haber, mmm… No sé
qué escoger hermano, en verdad —Siku empezó a sonreír de repente. Me di
cuenta que mi indecisión le causaba humor. Así de repente debajo de su gorro
multicolor surgía la sonrisa picarona, sí, esa sonrisa que siempre nacía en él
después de armonizar sus sentimientos en las cuerdas del charango.
—Con confianza hermano
—Respondió nuevamente entre risas. Ya lo tenía, estaba ahí. Alcé el ensayo de
René Zavaleta “El poder dual”. Saqué
de mi mochila un bolígrafo entregué el libro y la tinta a sus manos
prodigiosas.
—Quiero tu autógrafo, Siku.
Este momento será historia —Le dije. Agarró el bolígrafo y se puso a
pensar, luego inició a trazar lo siguiente: Un
joven intelectual con grandes expectativas. Jallalla sarantaskakim. Luego
me devolvió el libro y el bolígrafo, y esta vez le entregué a su compañera para
que trazara otra dedicatoria, ella escribió debajo de aquellas palabras: Que la pacha te bendiga.
Ahora que el libro está frente a mí, pienso y siento que la mejor
bendición fueron estas líneas que escribieron. Agradecí y le di un apretón de
manos ¿Quién imaginaría que fuera el último apretón? Ninguno de nosotros.
—No se pierdan pues —
Dijo, y lo recuerdo bien. En otros momentos de despedida también me decía: hay que hacer muchas cosas. Sus ganas de
difundir por el mundo los elementos-culturales-en-potencia
de los aymaras no tenían límites. Así había fundado el periódico Chakana,
instituido el Premio Pachakuti, el Centro Multidisciplinario Chakana Uta, el
círculo de los Mamani y el grupo musical Ayllu Chakana.
Siku Mamani tenía el espíritu de transformar la música, el arte y
a través de ello cambiar a la sociedad, así combinaba con otros recursos
tecnológicos los sonidos que había escuchado en su niñez. Él tuvo esa facultad
de oír el canto de las montañas, de las olas del lago sagrado, de la paja brava
y el silbido del viento.
Ahora que no está, que no leerá jamás esto, después de todo, solo
puedo decir que, la vida nos da golpes duros que vemos venir y los recibimos
sabiendo que seremos lastimados, pero hay golpes de los que no logramos
recobrarnos en totalidad, porque son sorpresivos y que no lo advertimos. Esos
son los golpes bajos que nos anulan. Así es la muerte de un ser querido, como
un golpe bajo que no lo esperamos y que nos anula.
El Alto, 7
de diciembre de 2019.
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