Por Gustavo Adolfo Calle Laime *
En ese sentido, el indianismo-katarista puede entenderse
como una corriente ideológica con sorprendente capacidad de renovación, capaz de revitalizarse, de
repensarse en función al paso del tiempo, y, paradójicamente, incapaz de ver
los efectos de esa renovación en la identidad “india”.
Quién gusta de las
ideas políticas, seguro ha mirado absorto, en medio de un conjunto de ideologías
convencionales (marxismo y liberalismo por ejemplo), como la ideología
indianista-katarista ha logrado remozar en los últimos tiempos el debate político
en torno al “ser indio”. La atención se
ha disparado sobre los escritos de una juventud aymara-quechua[1],
tanto en la academia como en medio de los seguidores de esta corriente. Y, como
es evidente, a la fecha, los remozados argumentos han encontrado un espacio de
acogida con muchos aplausos y pocas críticas[2].
Gustavo Adolfo Calle |
En ese sentido, el
indianismo-katarista puede entenderse como una corriente ideológica con
sorprendente capacidad de renovación,
capaz de revitalizarse, de repensarse en función al paso del tiempo, y, paradójicamente,
incapaz de ver los efectos de esa renovación en la identidad “india”.
Partamos de dos
constataciones básicas:
Primero, en medio de ideologías izquierdistas y aún
liberales, el indianismo tiene la impresionante virtud
de no vivir petrificado, de no entenderse como un monasterio donde el dogma
es la regla. Una crítica que se puede hacer a muchos izquierdistas, es que,
muchos de ellos no soportaban la presencia de “reformistas” en medio de sus filas,
y por lo tanto, tendían a invalidar los esfuerzos críticos de muchos de sus
militantes, por eso muchos “renegados” abandonaban sus filas,
abanderándose posteriormente un “neomarxismo crítico”.
Segundo, el
indianismo-katarista de esta nueva generación, jóvenes en su mayoría, aún no logra ver las fronteras de sus
argumentaciones. Es decir, en medio de un aplaudible espíritu crítico, no
logran condensar horizontes claros respecto al ser “indio”. En ese sentido, de-construyen
los conceptos con los cuales se los identificaba, y rellenan el vacío
provocado, con una serie de conceptos que colocan
la identidad india en la incertidumbre.
En ese sentido, creo que los remozados argumentos de esta
nueva generación, han aperturado y quebrado los significantes dominantes sobre
la identidad india, por lo menos en el terreno de las ideas políticas, y
por eso el éxito de éstas en los espacios académicos, siempre tan necesitados
de innovaciones[3].
En esa línea, considero
que uno de los mayores problemas de esta
ola renovadora, está en el hecho de que en su intento de “de-construcción”
de los conceptos hegemónicos del “ser-indio”, dados principalmente desde los
“otros”[4],
llenan el vacío provocado con una serie
de argumentos muy cercanos al liberalismo-individualista[5].
Así, muchos de
estos intelectuales ayamara-quechua, hablan, intencionalmente o no, de un ser
“indio” altamente individualista[6],
que genera lazos interétnicos, afectivos entre quienes se declaran indios, pero
no clasistas; de ese modo, celebran la
irrupción de nuevos q`amiris, de burguesías
comerciales aymaras principalmente, pero no critican las lógicas de
explotación al interior de sus espacios económicos. Por eso, por ejemplo, el
cooperativismo es una expresión necesaria de iniciativas indias y no un espacio
de explotación[7]. La oda
al indio “real”, individualista, competitivo, “racional”,
orgulloso de su identidad y su crecimiento económico, viene a remozar muchos de
los argumentos de esta nueva generación.
La nueva generación
de indianistas–kataristas está quebrando el espacio público, no cabe duda, pero
hay que advertirlo, lo está haciendo desde argumentos muy cercanos al
liberalismo individualista[8].
Peligroso, en cierta medida, pues resulta muy funcional al sistema de
relaciones capitalistas; relaciones que afirman la competencia desleal entre
agentes económicos, la explotación humana y la exclusión de aquellos que no
logran sobrevivir a la selva del mercado.
Muchos de estos
intelectuales y activistas indios ven a varios aymaras cabalgar en la cresta
exitosa del capitalismo, pero lo que no
ven, o sencillamente omiten, es que se hace en medio de la miseria de un grueso
de aymaras empobrecidos que están exigiendo más que un discurso
liberal-individualista, propuestas socioeconómicas alternativas, concretas,
y no solamente, expresiones pasionales del éxito de algunos y la miseria de la
mayoría.
En ese sentido,
podríamos decir que la crítica tan voraz
y necesaria, de esta nueva generación, a los folklorismos y misticismos -con los
que, en particular, el actual gobierno del MAS ha tratado al indio-, resulta
insuficiente y, ya para este momento,
hasta “distractora” ante los desafíos políticos y económicos que se
configuran hoy. Un liberalismo individualista, concretado como
neoliberalismo, es lo que ya vivimos y seguimos viviendo, y en alusión a la
experiencia, debo decir que para muchos aún, eso significa miseria sempiterna.
Creo que esta nueva vitalidad india,
tiene desafíos más urgentes, más crudos, que el básico debate sobre el
folklorismo indio. ¿Qué hacemos con
los extractivismos hoy? ¿Cómo superamos los procesos de exclusión y explotación
al interior de los diferentes espacios económicos? ¿Cómo acabamos con la
desigualdad y miseria económica? ¿Cómo generamos desarrollo social? ¿Qué
hacemos con la crisis institucional? ¿Cómo extirpamos las lógicas corporativas
de nuestro funcionamiento institucional? ¿Basta con criticar a los
izquierdistas o a los pachamámicos? ¿Es suficiente con quitar a Marx de la
cabeza? ¿Hay que mirar solo la modernidad occidental?
¿Hay acaso respuestas más allá de un liberalismo
individualista indio?
*Miembro
del colectivo Jach`as de Radio Pachamama/ Cursa el Posgrado en Ciencias
Políticas y Relaciones Internacionales de la UMSA.
[1] Gran parte de esta intelectualidad joven escribe regularmente en el
periódico digital Pukara y publica en el sitio web: http://grupo-minka.blogspot.com.
[2] Entre las escasas críticas que hoy podemos leer está por ejemplo el
escrito de Saúl Flores Calderón en
http://grupo-minka.blogspot.com/2016/07/el-caracter-academico-y-politico-del.html,
o, desde una posición más katarista los argumentos de Pablo Mamani que se
pueden seguir, en la parte de preguntas en el siguiente enlace https://www.youtube.com/watch?v=YyoCZKEZKFc.
Curiosamente desde el pensamiento liberal
hay más aplausos que críticas, véase por ejemplo las ideas paternalistas
de Diego Ayo al respecto en http://web.paginasiete.bo/ideas/2015/11/29/intelectuales-carne-hueso-78243.html.
[3] La academia ha recepcionado con aplausos los trabajos sobre el
indianismo-katarista. Las investigaciones, las tesis y los libros al respecto,
han seguido esta línea con bastante entusiasmo. Así, podemos encontrar trabajos
que problematizan la temática desde el mismo indianismo-katarismo como el de
Pedro Portugal y Carlos Macusaya, “El indianismo katarista una mirada crítica”;
ahí está, también, la producción liberal de HCF Mansilla dispersa en varios
textos sobre la temática, véase por ejemplo
“Una mirada crítica sobre el indianismo y la descolonización”, “Las
raíces conservadoras bajo las apariencias radicales en América Latina” y
“Filosofía occidental y Filosofía andina”. Hay otro tanto de estudios que
fueron impulsados por el CIDES de la UMSA y otros trabajos dispersos en varios
artículos.
[4] Los “otros” vendrían a ser el conjunto de escritores “indigenistas”,
“blancos” por supuesto, y aquellos indios que patrocinados por ONG`s, habrían
construido una imagen “folklórica”, “mística”, bastante idealizada del ser
indio.
[5] El liberalismo en su dimensión política, ha sido una de las ideologías
más fructíferas en el desarrollo de las sociedades europeas. Les permitió
establecer una suerte de imaginario social sobre la ciudadanía y la igualdad
jurídica; sin embrago, en Latinoamérica esta ideología no pudo superar la condición colonial de sus abanderados y se
estableció en base a principios de ciudadanía diferenciada. Pero además, en su
dimensión económica, el liberalismo es
una ideología que responde a las estructuras del capitalismo, en esa medida el
liberalismo es una ideología y una conducta que sirve a la reproducción de
desigualdad social y económica, en tanto que su funcionamiento depende de los
principios de libertad individual y competencia, casi “darwiniana” y no de
“solidaridad social”.
[6] “Por qué no puedo ser liberal como HCF Mansilla”, fue una de las
frases más impactantes que escuche de uno de los intelectuales aymaras más
activos de esta nueva indianidad. Véase el comentario de Franco Limber al
momento de responder a las preguntas en la presentación del libro “El
indianismo katarista”: https://www.youtube.com/watch?v=YyoCZKEZKFc. El detalle
no está en “ser” o “no ser”, uno puede ser lo que quiera, el peligro de
posicionarse desde una visión liberal está en qué se opta por el individuo y no
por el colectivo, por la parte y no por el todo. De esa manera se establece
principios que no buscan la construcción de proyectos populares (que integren a
todos los explotados y excluidos del sistema), sino surgidos en base a la
competencia de individuos. Algo que se debe criticar del liberalismo
individualista es que carcome los lazos de solidaridad y los reemplaza con
principios de eficiencia individual que se miden en el mercado social y no en
base a principios de justicia social.
[7] Pablo Velázquez, un activo militante indianista-katarista de esta
nueva generación, ha escrito argumentos muy interesantes en defensa del cooperativismo
minero por ejemplo, descuidando los pormenores de los procesos internos de
explotación, entre aymaras, al interior de este sector.
[8] Varios de los argumentos de Carlos Macusaya, uno de los
indianistas-kataristas más polémicos del MINKA, por ejemplo, van al compás de
los escritos de HCF Mansilla, un reconocido intelectual liberal, que del otro
lado ve en los procesos de “racionalidad occidental” la “única” opción del
desarrollo humano. Las críticas que puedan hacerle a Mansilla algunos de los
nuevos indianistas aun soy muy elementales, y muy por el contrario lo que se ve
es una concordancia casi epistémica con el autor. En el apartado, “el dilema de la identidad
nacional y del desarrollo autóctono en una era de normas y metas
universalistas” del texto “La crisis de la identidad nacional y la cultura
política” de HCF Mansilla del año 2006 (ojo, antes de que explosionara con
fuerza los argumentos de esta nueva generación intelectual), se podrá encontrar
sorprendentes coincidencias con los argumentos liberales de Macusaya y otros
intelectuales indianos.
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