Pedro Pachaguaya[1]
La
próxima semana Bolivia será parte del imponente fenómeno llamado Dakar, toda la
prensa deportiva será hipnotizada y deslumbrada por príncipes del medio oriente, magnates
millonarios y excéntricos aventureros que llegaran conduciendo coches que valen
cientos de miles de dólares ataviados con un casco, guantes, botas uniformes
llamativos anunciando en el cuerpo marcas transnacionales de ropa deportiva “Naik”, “Ribuk”, “Cat”, el contexto alienta a que estos
pilotos sean concebidos como superhéroes que conducen maquinas que representan
el triunfo de la modernidad surcando comunidades habitadas por pueblos
indígenas y campesinos.
Varios
municipios y comunidades aprovechan la organización del evento para promocionar
la danza la música, los productos alimenticios y los atractivos turísticos, es
un espacio donde el folclore se confunde con la cultura, da la impresión que
las comunidades danzan o se visten con la ropa de fiesta a tiempo completo, es
decir se da una imagen reducida y equivocada de lo que son las comunidades y
mucho menos se muestra su problemática educativa, ambiental o económica.
A
su vez programas dedicados a la farándula y al deporte promocionan la llegada
de este evento describiendo al por menor los detalles de organización, mujeres
presentadoras de televisión que cumplen el canon legítimo de belleza socialmente
reconocida (es decir son lindas), son utilizadas por los medios para que
muestren las cualidades y los beneficios que este evento trae para Bolivia,
realizan notas a los dos “superhéroes bolivianos” que son los “genuinos
guerreros” para luchar frente a estos extranjeros y lograr que Bolivia entre a
esta modernidad anhelada. Sin embargo, este año es diferente! Muchos están conscientes
que el agua esta escaseando y en el futuro la escasez se agravará. Para tal
efecto surge el slogan un, “Dakar Autosustentable”, esto implica que los
superhéroes no gastaran ni una gota de agua boliviana. En el evento cada uno
cargara su propia agua traída de Argentina. Con esto los organizadores del
evento nos alientan a no ser despilfarradores y por ende a luchar contra el
daño ambiental causado por las maquinas.
Ahora
bien imaginemos el efecto visual o mejor dicho colonial producido en los
lugares donde atraviesa este evento, todas las comunidades agropastoriles donde
viven hermanos se convierten en
marginales para dar paso a una competencia que se vanagloria de traer la
modernidad y además transformar estos territorio como lugares “turísticos”. Este
fenómeno hace que la sociedad y las comunidades perciban a estos pilotos como
héroes de otras partes e invisibilicen a los profesionales que investigan y
escriben artículos para denunciar el daño que estas actividades causan.
Pese
a que existen denuncias e investigaciones comprobadas del daño ambiental que
toda esta lógica modernista y desarrollista produce a partir de estos eventos,
parece que dicha información no causa el impacto deseado, da la impresión de
que dichos efectos no importaran. Bolivia al ser un país empecinando en llegar
al “mal desarrollo” (Vandana Shiva. 1988) acoge con beneplácito este evento que
brinda “culto a la maquina” y que ofrece la oportunidad de acceder a una
modernidad que llego a sus límites y que destruye al planeta. Es decir el
concierto que la modernidad ofrecía, finalizo, el espectáculo fue decepcionante
(daño ambiental, contaminación calentamiento global, explotación, intolerancia
xeonfobia genocidio etc), sin embargo la gente no logra ver ese lado oscuro
solo ve el triunfo de la maquina y el show frívolo de este tipo de eventos,
nosotros aun queremos entrar a este horrendo espectáculo y para colmo la
entrada nos la vendieron tarde y al doble de precio.
Este
culto a la maquina esta internalizado en los cuerpos y las instituciones
bolivianas, por lo que para los investigadores ambientales y sociales hacerle
una crítica podría llegar a ser un suicidio ya que son acusados
obstruccionistas alarmistas e inclusive ignorantes.
Por
eso es importante denunciar el impacto social y colonial que este evento
produce (no olvidemos que el Dakar inicio para correr en las colonias
francesas), si deseamos realizar una crítica honesta al Dakar, y así poder
reducir el culto a la maquina, a la modernidad y al mal desarrollo, es
importante comprender el significado de la modernidad, el desarrollo y los
superhéroes que corren para la cultura boliviana.
Sin
esta crítica y comprensión del Dakar como un símbolo y un camino para acceder a
la industrialización y a la modernidad que los actuales administradores del
Estado Plurinacional pregonan, en vano realizaremos investigaciones y análisis
económicos y ambientales que denuncien los impactos devastadores y
colonizadores que este tipo de eventos ocasiona a nivel social y ambiental (Kay
Milton 1996).
Por
lo tanto es urgente conocer los valores los símbolos prácticos y discursivos
que la organización del Dakar activa en los bolivianos, para que de esta forma
podamos unir este enfoque al de los ambientales y poder desmontar las bases del
mal desarrollo y relaciones de colonialidad que este evento ocasiona, al
brindarle culto a la máquina.
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