ENTREVISTA DE JOSEFA
SÁNCHEZ CONTRERAS
El Alto, Bolivia
El poder indio es central en
el indianismo, planteado en un primer momento por Fausto Reinaga Chavaría y
retomado por el Mallku Felipe Quispe Huanca. Su principal referencia es el
Black Power, cuya influencia en el indianismo se manifiesta claramente en La
revolución india (1970) de Fausto Reinaga.
No obstante, el poder indio
no se sitúa en un binarismo ideológico, sino en el cauce de la revolución india
que traza el camino del gobierno comunal, ético y cósmico, como apuntaba
Guillermo Carnero Hocke en 1968. La instauración de un socialismo comunitario
distanciado de uno de tipo marxista es una discusión propia de su época. Quispe
Huanca ha mantenido vigente esta utopía, llevando a la práctica la estrategia y
táctica político militar de Tupak Katari en 1989, con el Ejército Guerrillero
Tupak Katari (EGTK), y posteriormente de 1998 a 2005 como Secretario Ejecutivo
de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia
(CSUTCB), que logró derribar a los gobiernos neoliberales, posibilitando la
celebración de una nueva constituyente en Bolivia, que más tarde inauguró la
conformación del Estado Plurinacional. Éstas son sus palabras:
Los años 1532, cuando llegan
los españoles a Cajamarca, Perú, y 1533, cuando matan a Atahualpa, marcan el
tiempo en el que perdimos nuestro territorio, nuestro Estado y el poder
político. Son tres puntos que sospecho no han sido abordados muy bien por los
jóvenes, pero los viejos sabemos de sobra ese tema.
Son tantos años que han
pasado y todavía no llegamos a los 500. En 2032 se cumplirían 500 años de la
llegada de Pizarro, Almagro, Valverde y otros. Desde entonces se han suscitado
las luchas y los levantamientos armados de Juan Santos Atahualpa, Tupak Amaru
I, Tupak Amaru II, y Tupak Katari en 1781. Se ha vertido mucha sangre y desde
entonces la lucha ha sido por el poder, la tierra, el territorio y el Estado
propio, no simplemente como un pensamiento reivindicativo sino como la toma del
poder político. En la República se levantó en armas Luciano Willka (1871) con
20 mil indios, su tropa cercó la ciudad de La Paz y tumbó al dictador Mariano
Melgarejo Valencia. En 1899 se levantó Pablo Zárate Willka con el pensamiento
de recuperar la tierra, el territorio y tomar el poder indio.
La indiada dio un salto cualitativo,
que no les gustó a los blancos de la Revolución Federal de aquellos tiempos. El
ajusticiamiento de 27 soldados y dos sacerdotes Alonistas dentro de la iglesia
de Ayo–Ayo, y la muerte sangrienta de 120 Pandistas en el templo de Cantón
Mohosa, ejecutada por los indios, hizo ver a la elite política criolla de
Severo Fernández Alonso y José Manuel Pando que se habían equivocado en lo
táctico y lo político-militar. Mientras la rebelión “indianistawillkista” muy
lentamente se iba transformando en una guerra con el objetivo de desalojar a
los hacendados del territorio aymara–qhiswa.
De 2000 a 2005 nos
levantamos en armas y también como movimiento indio, pero nuestra lucha fue
aprovechada por Evo Morales Ayma y sus séquitos de izquierda, quienes gobiernan
el país hace más de 12 años, mientras los revolucionarios quedamos aislados,
fuera del gobierno del Movimiento Al Socialismo (MAS). Evo no está cumpliendo
con el programa que habíamos planteado, es un neoliberal de izquierda del siglo
XXI con rostro indigenista.
El trabajo continúa con el
pensamiento de la revolución india mediante dos brazos: uno democrático que se
va a enmarcar en las leyes oficiales, plurinacionales, y otro brazo que está
oculto bajo el poncho. El movimiento indio del siglo XXI va a luchar con los
dos brazos, puede ser de largo aliento o al mediano plazo. La reconstitución
del Estado del Tahuantinsuyo está en el programa, volver a reconstruir el
Tawantinsuyo y el Collasuyo. Por ahora estamos avanzando con los aymaras de
Perú y Chile.
Entiendo que el Estado en sí
mismo es colonialista, pero eso se puede cambiar. Por ejemplo: yo era ejecutivo
de la CSUTCB, la organización sindical más grande a nivel nacional e
internacional. Nos salimos de la Central Obrera Boliviana (COB) y comenzamos a hacer
nuestra vida orgánica con grandes movilizaciones, hasta revolcar a los
gobiernos neoliberales. Imagínese, simplemente hemos estado en una organización
social del campo y todo lo que logramos. Eso no les gusta a los señoritos
coloniales que siempre han estado en el poder.
Estoy consciente que nos va
costar mucha sangre enfrentar al sistema imperante. En estos últimos años han
crecido varios grupos indianista-tupakataristas. Recuerdo que en los años
noventa había cualquier cantidad de grupos estudiantiles y callejeros de línea
indigenistas en nuestro medio, pero cuando nosotros salimos con acciones como
EGTK, hubo una violenta represión policial. Muchos grupos desaparecieron de la
escena debido a que no tenían una estructura político-militar bien hecha. Ahora
hay un rebrote que se puede direccionar y unificar sobre un ideal
revolucionario indianista.
La casta parasitaria
controla la estructura electoral. Muchos hemos llegado al parlamento, pero por
la vía parlamentaria no se puede hacer nada y tampoco con las elecciones se
puede ganar el poder. Sin embargo la gente dice: emplearemos el brazo
democrático para avanzar y ganar militantes. Por eso hablamos de dos brazos:
estratégico y táctico.
Mariátegui ha dicho la lucha
es por la tierra pero no ha tocado el territorio. El problema del indio es el
problema de la tierra, decía, y quizá tenía parte de razón porque la población
va creciendo. Yo tengo un pedazo de tierra en el campo, les puedo repartir tres
surcos a cada uno de mis hijos y me quedo sin nada.
Estamos viviendo en un
minifundio, o surcofundio como decimos en nuestro léxico aymara, y en el
oriente hay terratenientes que tienen 40 mil o 70 mil hectáreas, y es legal
pues este gobierno lo ha legalizado. Antes del gobierno de Evo Morales hubo el
Movimiento Sin Tierra, pero este gobierno de “Cambio” y de “Vivir bien” lo ha
eliminado todo. A los dirigentes los encarcelaron, de manera que se ha
extinguido esa organización en Bolivia.
Hoy por hoy, el pensamiento
anticolonial, antiracial, anticapitalista y antiimperialista, es el que cala a
la población india. Tenemos que considerar una memoria histórica, que parte de
la llegada de Francisco Pizarro; más adelante la pelea de los criollos
republicanos, quienes mantuvieron el poder de 1825 a 1952, hasta llegar al primer
presidente indio, Evo Morales en 2005, y pese a ello continúan en el poder los
blancos, como Alvaro García Linera, Juan Ramón Quintana, Carlos Romero, Roberto
Aguilar, Héctor Arce y muchos otros. En Bolivia seguimos gobernados por los
herederos coloniales.
En ese sentido La Revolución
india de Fausto Reinaga ha sido un espejo para nosotros, sobre todo en la
crítica a los partidos de izquierda, de los cuales no queremos ser
simpatizantes ni militantes. Cuando leí el libro tuve que dejarlo y ser indianista
de carne y hueso, de pelos y uñas.
La diferencia entre la toma
de poder indianista con una postura de corte izquierdista es que los segundos
plantean la lucha de clases. Para ellos, no existen el racismo ni lucha de
naciones. Proponen un socialismo y nosotros proponemos un comunitarismo
democrático. O sea que ellos primero llegan al socialismo y después al
comunismo, como siempre por etapas. Los marxistas bolivianos nunca supieron
tocar la lucha de naciones, ni de territorios, traumados con la lucha de clases
mientras los indianistas planteamos la lucha de naciones, tierra y territorio.
El indio es comunitarista.
Practica el ayni, el mink’a, el qamaña y el trueque en algunos pueblos del
altiplano. La gente del valle trae sus productos y la gente del altiplano
también, e intercambian de igual a igual. Sólo en medio de los comerciantes
prima el verticalismo, por lo que habría que seguir usando la economía
comunitarista del ayllu y de los núcleos indígenas del altiplano.
Ahora, con el gobierno del
MAS, hay una mentalidad capitalista que antes no existía, pues aún había esa
consciencia del ayni o el intercambio comunitario. Si necesitabas unas papas no
tenías que pagar con moneda sino con productos, de acuerdo a tu capacidad y
necesidad. Algunas herencias ancestrales sigan vivas. Tenemos que expandirlas a
nivel nacional pues ahí está la salvación de este país, aunque parezca una
utopía. En México que había “calpulli”, aquí hay “ayllu”, aunque este gobierno
capitaliza y mercantiliza todo, incluyendo el campo, y la iniciativa privada
está bien garantizada en la Constitución Política del Estado Plurinacional.
En ese sentido, claro que se
contradice la estructura del Estado con la comunitaria, pero como teóricamente
hay una constitución, varias comunidades quechuas están en camino a volver al
ayllu y la Marka. Una constitución mata a otra constitución, un sistema puede
liquidar a otro sistema. Aquí no te das cuenta que el Estado plurinacional ha
matado a la República de Bolivia.
En 2006 tuvimos nuestra
propia constituyente, pero este gobierno desmanteló aquello. Estábamos formando
en La Paz y en toda la zona aymara nuestro propio ejército, nuestra propia
policía y justicia comunitaria que hasta ahora continúan, pero no con la misma
fuerza de aquellos tiempos. En la movilizaciones de 2000 a 2005 llegamos a
tener el doble poder. Teníamos nuestras propias autoridades comunales, una
policía comunitaria que extendían pasaportes a los extranjeros de Perú y
Argentina que arribaban para luchar junto con los indios del altiplano contra
los gobiernos neoliberales. Esta gente internacionalista participó junto con
los bloqueadores. Entraban a las siete de la mañana a cuidar el camino y salían
al día siguiente a la misma hora, luego se relevaban con otras comunidades.
Hemos utilizado la mink’a incaica; con esta medida de presión derribamos
gobiernos de turno, pero el gobierno del MAS ha destruido esta forma de lucha,
a los dirigentes los ha cooptado y castrado a fin de que no exista opositores.
En 2003 tuvimos un levantamiento
contra el gobierno del estadunidense Gonzalo Sánchez de Lozada. Empezamos con
una marcha el dos de septiembre, después sostuvimos una huelga de hambre en la
Radio San Gabriel. Terminamos el 17 de octubre del mismo año con la caída de
“Goni” porque el pueblo se había insurreccionado. Pero tampoco estábamos ahí
como tontos en la huelga de hambre. Desde ese escenario nos estuvimos
organizando y mandando gente a la ciudad de El Alto. Recuerdo que las mujeres
salían a hablar en los mercados, iban casa por casa “para que nos ayuden a
tumbar a este maldito gobierno”. Fruto de esta acción revolucionaria el pueblo
salió y luchó en las calles contra el mal gobierno.
Después de derribar a los
neoliberales perdimos las elecciones. Los bolivianos han apoyado a Evo Morales.
Perdimos el poder político indio porque yo era muy radical, hablaba de las dos
Bolivias, hablaba contra los curas, las ONGs y los blancos extra continentales;
claro que eso no ha caído bien y hasta ahora recién se arrepiente la gente después
de más de 12 años del gobierno del MAS. Pero se avecinan los 500 años de la
invasión española al Tawantinsuyu, estamos construyendo el proyecto de
Atawallpa con una visión futurista.
En definitiva sin las
mujeres no hay revolución indianista-tupakarista. Emblemática en nuestra lucha
fue Bartolina Sisa, quien dirigió un ejército de 80 mil personas en 1781 contra
el ejército del Dios y del Rey de España. Camila Choqueticlla Mamani fue
dirigente de la Confederación de Mujeres “Bartolina Sisa”. Nuestra lucha es siempre
contra el colonialismo, el racismo, el capitalismo y el imperialismo. “Lucho
para que mi hija no sea su sirvienta”, he respondido desde los años noventa.
Referencias:
Fausto Reinaga: Revolución
India, Bolivia, Vicepresidencia del Estado Plurinacional de Bolivia, 2014.
Gustavo R. Cruz: “Poder
indio y poder negro: recepciones del pensamiento negro en Fausto Reinaga”.
Iconos, Revista de Ciencias Sociales 51, pp 29–46, FLACSO, Ecuador, 2015.
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