Por Paula Alejandra
La cuarentena se está
poniendo dura. Con este relato quiero dar un poco de fuerza y fe para seguir
adelante. Hace unos días, el 16 de julio exactamente, perdí a alguien muy
importante para mí, él a lo largo del tiempo que vivimos juntos solo quería una
cosa: que salgamos adelante con una sonrisa y unidos en familia.
Fueron días críticos,
agarrados del celular, acosando al SEDES que nunca se presentó, al 110 para que
nos ayudaran y finalmente, al IDIF. En los tres casos las respuestas eran “manténganse
aislados”, “que no hay reactivos”, “que en una semana llamemos para ver si hay
reactivos”, se complican las cosas, el pánico te inunda y lo peor no puedes ni
atenderlos bien porque no estás seguro si es COVID-19 o no, y claro, ni el
seguro al cual están afiliados mis papás respondieron.
La casa poco a poco se fue
apagando, ya casi tres semanas que nuestra dieta cambio para todos, tengamos o
no covid, dejamos de compartir en familia, El protocolo que te piden seguir es
solamente el lento camino a la muerte.
Mi Papá, quien ahora
descansa en paz, fue quien atendió a mi madre, a mí no me dejaban estar ahí
porque querían cuidar a mi hijita de 1 año. El pánico nos rodeaba, el miedo y
hasta el rechazo de quienes viven a tu alrededor. La gente está muriendo no
solo por covid, pero por esa razón no quieren ni atenderte.
Mi madre aun delicada y tras haber perdido a su compañero de vida está junto a nosotros pasándonos matecitos de eucalipto, wira wira, todo el tiempo nos decían que si no estamos mal que no consumiéramos nada. Pienso que si nos dieran órdenes de prevención antes de empezar el tratamiento muchos estarían aun a nuestro lado.
No se dejen si hay algún positivo en su hogar, no se depriman, no carguen con algo que siempre les hará un peso extra. Sonrían, díganles lo que nunca les dijeron, cúbranse bien, abran ventanas, que entre el sol, no se apaguen antes de tiempo y no apaguen el brillo de ellos.
En memoria de PEDRO PAREDES y de todos quienes están partiendo sin poderlos despedir.
Comentarios