Por Sergio R.R. Nina[1]
Les abrazo, Te abrazo.
En el tiempo LOQAYAÑA-CHAJRA YAPUY que se conoce como mes
de agosto, entre celebraciones para agradecer a la Pachamama e invitarle un
poco de chicha, coca y otros manjares, y las actividades cotidianas que tengo
como Ser, intentando relacionar una existencia entre el campo y lo urbano,
aprendí a que los problemas individuales “personales” no sean de gran pesar (no
digo que lo haga con éxito, tan solo aprendí y trabajo para poner en practica),
sin embargo, me vi afectado por varios acontecimientos que son externos pero que
siento que son de mi entorno y cierta empatía me hace sentir con más fuerza
esos sucesos.
Por un lado, está el profundo dolor, tristeza, impotencia
y hasta enojo; nuestra Pachamama se quema y parece que ya no es importante,
parece que tantas vidas de animales, toda esa cantidad de árboles y toda la
biodiversidad que intenta habitar en equilibrio, hoy es arrasada sin pena y pudor,
es evidente que hay gentes que con mucho esfuerzo intentan hacer algo, pero
solo son llamados “héroes” como mero formalismo sin darles ayuda alguna. Veo
como algunos que en un momento fueron políticos de oficialismo-oposición o en
otro tiempo fueron de oposición-oficialismo ahora no dicen nada, en algún caso
porque ya no les sirve como bandera o ya no les sirve el discurso, en otros
porque seguro tienen algo que ver con estas quemas, con la destrucción de la
vida. Hay muchas cosas que decir sobre este tema, en especial por el enojo-dolor
que hay en mí.
Pero, por otro lado, me alegra y me inspira los trabajos
colectivos que se están realizando con el ideal de generar una Cultura
Ambiental y hacer ECO de nuestras acciones y experiencias. No cabe duda que la
juventud y en especial los adolescentes son la semilla de esperanza que al ser
cultivados con un modelo de vida que tiene raíz en los pueblos originarios
tendrán una relación más respetuosa con los sistemas de vida en el que
habitamos. Con el esfuerzo y trabajo mancomunado de las instituciones y en
especial del trabajo voluntario de jóvenes y adolescentes organizados y no-organizados,
estamos awando “entretejiendo” un llamado
a la conciencia y acción en cuanto a la crisis climática que vivimos.
Es con esta y otras vivencias, con la yapa de las vibraciones que se expresan
en música y canto, que trato de existir, de vivir y no dejarme consumir en un
complejo ch´ixi interno y externo diciéndome
“no puedes tener emociones de enojo, de rabia”, porque quizás al ser percibidas
por mi entorno, como fruta dañada, puedo afectar a los demás. Peor aún tener
emociones mescladas, ¿cómo podría pues darme a entender?
Pues es este mismo canto que como viento me trae a mi
mente y corazón el mensaje de que hay momentos de sol que queman y momentos de
nieve que te nutren y quizás es por algo.
Así como este tiempo que llaman agosto, donde hay viento,
nieve y sol.
Debo a aprender no solo a aceptar-valorar la diversidad
de este tiempo y la diversidad en mí, también saber que hay la posibilidad de:
DOLER, SANAR, SOÑAR, VIVIR y SENTIR.
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